Memoria activa del pasado

La sesión del lunes 3 de febrero la dedicamos a Marcos Ana. Hablamos de sus memorias Decidme cómo es un árbol y de su libro Vale la pena luchar. Hicimos un breve repaso por su vida y por las muchas cárceles en las que estuvo. Hablamos de dignidad, de justicia, de ausencia de libertad.


Marcos Ana señala en el capítulo relacionado con el penal de Ocaña que la vida en la prisión fue muy dura y que en ocasiones hacían un llamamiento desde la cárcel al exterior para que escucharan sus palabras y se afianzara la lucha por su libertad: "Nosotros, desde nuestras cárceles enviábamos llamamientos al exterior para estimular la lucha por nuestra libertad, denunciando la represión que sufríamos. Yo escribí esta:"

PEQUEÑA CARTA AL MUNDO

Los dientes de una ballesta
me tiene clavado el vuelo
Tengo el alma desgarrada
de tirar, pero no puedo
arrancarme estos cerrojos
que me atraviesan el pecho.
Siete mil doscientas veces
la luna cruzó mi cielo
y otras tantas, la dorada
libertad cruzó mi sueño.
El Sol me hace crecer flores,
¿para qué, si estéril veo
que entre los muros mi sangre
se me deshoja en silencio?
No sabéis lo que es un hombre,
sangrando y roto, en un cepo.
Si lo supieseis vendríais
en las olas y en el viento,
desde todos los confines,
con el corazón deshecho,
enarbolando los puños
para salvar lo que es vuestro.
Si llegáis ya tarde un día
y encontráis frío mi cuerpo,
di nieve, a mis camaradas
entres sus cadenas muertos,
recoged nuestras banderas,
nuestro dolor, nuestro sueño,
los nombres que en las paredes
con dulce amor grabaremos.
Y en la soledad del muro
hallaréis mi testamento:
Al mundo le dejo todo
lo que tengo y lo que siento,
lo que he sido entre los míos,
lo que soy, lo que sostengo:
una bandera sin llanto,
un amor, algunos versos...
y en las piedras lacerantes
de este patio gris, desierto,
mi grito, como una estatua
terrible y roja, en el centro.



La tarea que propusimos fue escribir sobre la libertad, de forma libre. Hacer un llamamiento sobre el significado de dicha palabra, sobre las muchas situaciones que nos privan parcial o totalmente de libertad. Estos son algunos de los trabajos:


Condición de quien no es esclavo

Hoy esta definición de libertad es difícil de alcanzar con nuestro sistema de vida, pues nada más lejos de la realidad, en la que no hay más que situaciones que reflejan lo contrario, esclavo de los bancos, las hipotecas, trabajos precarios, consumo, directrices de los partidos, una situación contra natura que nos mantiene enajenados y nos impide realizarnos como personas.
Esta crisis debería ser un punto de inflexión para liberarnos de nuestras cadenas con una nueva escala de valores a todos los niveles, en la que primara el desarrollo personal, la solidaridad y una lucha constante por defender nuestros derechos, actuando en local y pensando en global, para con este nuevo sistema de vida, alcanzar esa preciada palabra LIBERTAD

Alfredo Domínguez


Breve reflexión sobre la libertad

El escritor Vasili Grossman, manifiesta que "la libertad es el tesoro de la vida".

A lo largo de la historia, tenemos miles de ejemplos, de personas que han sido perseguidas y encarceladas, por defender unas ideas distintas a las que marca el poder establecido.
Aún reciente, la esclavitud de los negros en África, por ser negros, eran deportados como esclavos a trabajar en plantaciones dirigidas por blancos.
En la II Guerra Mundial, los judíos fueron juzgados y exterminados por los alemanes.(No podían defenderse)
En la guerra civil española, los republicanos fueron juzgados y encarcelados por los nacionales.(No podían defenderse)
Las personas que han sufrido en sus propias carnes, la privación de libertad por defender sus ideas, son los que nos han contado sus experiencias y sus vejaciones por las cárceles por las que han pasado.
Por eso, a las personas, se las puede matar, encarcelar, vejar, pero a las ideas de buscar una justicia, no se les puede encerrar, encadenar o matar, los pensamientos tienen alas y traspasan las fronteras.

Luis Iglesias


Libertad es...

Libertad es ser tú mismo
Sin ir dando explicaciones
A cada paso que das
De todas tus deciciones.

Poder pensar diferente
A las mayores opciones
O a la de una minoría
Sin que nadie te cuestione.

Libertad es respirar
El mismo aire que los otros
Y no quitárselo a nadie
Porque es el aire de todos.

Que de izquierdas o derechas,
Que siendo cristiano o moro,
Sea primero el respeto
En las formas y en el fondo.

Miguel Ángel Pérez


Ocho meses, ocho, estuve en la cárcel, aunque no por haber delinquido si no por haber cometido el delito de aprobar una oposición de funcionarios de prisiones.
Cada mañana me dirigía a la enfermería, que era mi lugar de trabajo, dónde los presos no peligrosos, que requerían de atención sanitaria, hacían cola para entrar y, siempre alguno que otro, tenía alguna palabra alusiva a mi aspecto físico, ¡Qué guapa viene hoy! ó ¡que vestido tan bonito! aunque ese día fuera en pantalones. Ellos no se fijaban en la ropa simplemente miraban y veían el movimiento de una mujer que les llevaba el olor de fuera.
Los presos, en algunas ocasiones, acudían a la enfermería sin padecer ninguna dolencia simplemente para vernos a Tina, Carmen, Lourdes y a mí; en otros casos llegaban a autoinfligirse daño como arrancarse uñas, etc. para requerir nuestra atención o la de un especialista en el exterior. Albergaban la ilusión de poder vernos entrar cada mañana y les hacía felices si les debatíamos sus objeciones.
En el interior se habitúan a los espacios, asumen su rol y la imagen que proyectan en los demás, terminan por adaptarse, lo cotidiano pasa a ser lo normal e incluso apenas recuerdan la realidad de fuera que cambia cada día; por este motivo algunos no querrían ya salir de allí y cuando cumplen la pena y escuchan cerrarse la puerta tras de ellos se sienten inseguros y asustados. Hay quien vive más encarcelado fuera que muchos del interior de las prisiones.
No se debería “echar a los perros” a un preso cuando sale después de haber pagado por sus errores si no que debería dársele una segunda oportunidad en condiciones dignas, aunque este es otro tema.
Pero la mayoría saben que se están perdiendo la vida por haber cometido uno o varios errores o ser inocentes o víctimas y se lo repiten cada día hasta el punto de perder un poco las referencias externas. Que aunque te añoren fuera ya no tienes espacio y que cuando salgas tendrás que volver a comenzar desde el principio.
Estas personas son presos de por vida.
La libertad está en sentirte tranquilo tomando las decisiones que eliges por que quieres.

Antonia Oliva


Mentiría si dijera que soy libre hermano. Soy como tú; un prisionero, un cautivo, un esclavo. Bebí del pozo de los engaños. Ese agua turbia, ese lodo, ese barro me consagró. Bautizó mis ojos con fango. Su limo los abrasó casi por completo hermano, y ese casi; ese casi hermano, convirtió mi tortura en un suplicio mayor. En una pasión. En un calvario.
Consagrado, casi ciego, ví lo que me ordenaron, viví como me indicaron, hice siempre lo apropiado. Odié lo que había que odiar y como había que odiarlo. Amé lo que había que amar y como debía amarlo. Maté. Fui ejemplar. Siempre como debía hermano.
En ocasiones, por la fisura de un casi, penetraba una luz diferente. La ví. Tentadora, me tendía una mano. Tuve miedo hermano. La desdeñé. Volví al pozo y bebí hasta caer borracho. Me sometí y a este reptar sangriento le llamé vida hermano.
Mentiría si te digo que soy libre hermano.
Tengo los pies deformados de bailar día tras día, año tras año sobre conceptos equivocados; y las manos, mis manos hermano, son muñones. Las atrofié, se atrofiaron. El peso hermano. Quiseron poseer lo que no es de nadie hermano. De nadie hermano.
Mentiría si dijera que soy libre hermano. Soy como tú; un prisionero, un cautivo, un esclavo. Una vez , en mi jardín hubo un árbol. Dijeron es especial y dudé, dudé de mí, de mí, hermano. Quise saber. Olvidé que ya sabía. Quise ser Rey. Olvidé que ya lo era. Pensé que su fruto era mejor que el que brotaba en otros palos. Desconfié. Desconfié tanto… Robé. Me vendí. Me vendí por un fruto que crecía en un árbol. Un árbol que hubo en mi jardín. Un árbol que era especial. Un árbol envenenado hermano. Poco a poco, me perdí en la bruma de un zumaque lúgubre y macabro que arrugó casi por completo el aire. Una serpiente me chupó la sangre. Aún lo hace. Con ella; día tras día, año tras año, pinta las paredes de esta celda donde me consumo.
En ocasiones, por la fisura de un casi, penetra un aire suave. Lo huelo. Me acaricia. Tentador, suave, me susurra un secreto. Es un secreto secreto. Un secreto viejo. Un secreto olvidado. El mundo es un pañuelo –dice-. Un pañuelo de seda suave. Suave sonador de seda. El destierro es un embrujo. Se puede romper el hechizo –repite-. Romperlo es fácil. Sólo hay que confiar; confiar y dejar de arastrarse.
Cuando lo hace, cuando me acaricia la brisa por la fisura de un casi… siento que es cierto, que se puede estirar el aire.
Pero esta desconfianza que me invade me domina, y entonces… entonces busco a la serpiente y le ofrezco una vez más mi sangre. Me someto a su dictamen y repto, y a este reptar le llamo vida hermano.
Tengo la piel endurecida de tanto postrarme y los huesos, mis huesos hermano, se retuercen al ritmo caprichoso de un bebedizo que los desgarra a su antojo. Se arruga el aire hermano, se arruga…
Mentiría si dijera que soy libre hermano.
Soy como tú; un prisionero, un cautivo, un esclavo.
Te diré una cosa hermano, la libertad es un pozo donde el agua es siempre limpia y el aire se estira hermano.

Ana Isabel Fariña


Anónimo

Dios.
Patria.
Sangre.
Libertad.
Teneis nombre de muerte.

El herrerillo lo sabe
Por eso no habla
Por eso no calla
Por eso.

Luna canela, café y lavanda.
Noche celeste, noche parda, noche salmón… Noche esmeralda.
Tierra de arena. Tierra de plata… Tierra escarlata.
Tierra escarlata que nació blanca.

¿Oís? Es el herrerillo…

El herrerillo canta
Trino de poeta mudo
Gorjeo de savia anónima
Sólo violeta sin letras, sin cenizas, sin banderas, sin palabras.

Luna turquesa, castaña y malva
Noche dorada, arlequín y ambar
Tierra de arena. Tierra de plata… Tierra escarlata.
Tierra escarlata que nació blanca

¿Oís? Es el herrerillo…

El herrerillo canta
Monodia herética de aire blasfemo
Soy Dios, soy sangre, soy patria.
Soy Libertad.
Soy Tú

¿Oís? Es el herrerillo…
El herrerillo canta.
Canta sin nombre, sin enseña, sin pendón, sin estandarte.
Canta a una tierra de plata que el hombre pintó escarlata.

¿Oís?

Es la nube y es el delfín, es la hormiga y es la ola.
Es el árbol y es el león, es el elefante y es el halcón
Es la ardilla, es la lechuza, es el oso, es el girasol… Es… Son…
blasfeman.

Cantan los colores.

Ana Isabel Fariña


El quinto verano

Los últimos días apenas había dormido, apenas había comido. Habían sido horas y horas de combate intensivo, con una sola esperanza : vencer a las tropas ocupantes, hasta el último bastión, hasta el último soldado.
Pero, realmente, esos últimos esfuerzos, respaldados por un sentimiento de solidaridad recobrada en el intento final, pesaban poco en comparación con los cuatro años de lucha clandestina, desde que había integrado el Movimiento de la Resistencia, en contra de la Ocupación Nazi.
Cuando miré por la ventana y ví a la gente corriendo por decenas, por centenas, por millares, en una misma dirección, y en un sólo grito, supe que había llegado el momento, por fin, tan esperado.
No pensé en nada, sólo abrí la puerta, bajé las escaleras, y al llegar a la calle sentí como el aire chocaba contra mi cara, tal una bofetada. Fue como si el mundo volviera a nacer. Respiré el día nuevo a pleno pulmón hasta marearme. Entonces, atontado, ebrio, empecé a correr yo también, entre los niños y las mujeres, los hombres, algunos con rifles todavía, que como yo, tenían el sentimiento que ese día iba a ser imposible igualar en toda su vida.
Sin aliento, en lo alto de la Rue Monge me detuve un instante. Se perfilaba el Boulevard St Germain. El cielo azul contrastaba con el humo de los enormes carteles rojos con cruces negras, símbolos de los tiempos oscuros, que unos grupos iban arrancando a su paso y quemando en los montones de las barricadas que testimoniaban de los últimos días de combate. París desfigurada. París maltratada. París quebrantada. París ocupada. París endoctrinada. París colaboradora. Déspota. Sometida. Traicionada. Prostituida. Pisoteada. Violada. Supondría tiempo y esfuerzo superar las humillaciones, las pérdidas, los rencores, las desilusiones, los horrores.
Pero aquel día París amanecía desnuda, nueva, sin el velo negro que la había enlutado, negado, aniquilado, en estos últimos años, y nunca la había sentido tan mía.
No pude evitar echar un vistazo furtivo a las terrazas de los cafés, en busca de algunos soldados emboscados, listos para disparar a la muchedumbre. Pero la calle estaba limpia de peligro. Me costaba creerlo. Sería díficil deshacerme del miedo. El miedo a que me alcancen, el miedo a que me pillen, a mí, a los compañeros, a que nos torturen, a que nos maten, a que ganen.
Eché a andar otra vez pero ya con pasos firmes y medidos. Seguí el movimiento de la multitud hasta llegar a orillas del Sena. El agua corría límpida, lavada de la sangre derramada, serena, recobrando toda su fuerza y belleza ancestral.
En los puentes la gente bailaba, entonaba cantos revolucionarios que resonaban en los andenes hasta chocar contra las campanadas incesantes de Notre Dame. Me entraron ganas de llorar. Era un espectáculo fuera de lo común.
Quise pasar por los jardines de las Tuileries pero ya era imposible. Estaban cubiertos por una manta humana multicolor. A lo lejos destacaba, triunfador, el Arco.
Retrocedí unos pasos y opté por pasar por los andenes hasta salir a altura de los Campos Elíseos.
Place de la Concorde, de pronto, la ví. Estaba subida en un camión militar y lanzaba al aire flores rojas que la gente, a su alrededor, iba atrapando, borrachos de alegría.
Reprimí mis ganas de correr hacia ella. Me acerqué, lentamente. Ella, al verme, quedó sin movimiento alguno. Paralizada. Dejo pasar así largos minutos, mirándome, mientras la muchedumbre seguía cantando y bailando.
Estabamos libres.

A los que creyeron en ello…

Sara Pérez

En el centro de mi piel

Esófago de luz
lame mi cuerpo con la libertad del tiempo.

Rota la imagen,
un ritmo inyecta la palabra.
En un trágico latir,
devoro el sentimiento
con la sed de un despertar,
bajo la piel del deseo.

Extraña inquietud
carcome los recuerdos
para untar la textura de mis días
con el sabor de la mente.

Sofía Montero


Libertad

La palabra más importante después de
vida
es
libertad

La siento vibrar
cuando subo a los montes , cruzo arroyos
y miro el mar.

Revolotea en la conciencia,
empuja el corazón,
a veces hasta partirlo.

Está cuando canta el jilguero en el cerezo,
cuando la brisa mece los trigales en primavera,
cuando deshoja los árboles el otoño…

Sueño de fugitivos,
diosa prohibida de esclavos y presos.

Agita banderas,
rompe pendones,
amontona cadáveres en las cunetas.

En las llamas del fuego
danza excitada
y se cuela en la sonrisa de los niños.

La veo correr en el río
y caer con la lluvia y la nieve.

Truena hasta romper los cielos,
encabrita las olas del mar
hasta hacer añicos los escaparates
de los paseos marítimos .

Libertad
la lengua se enrosca y se traba
cuando llega a la letra “d”.

Sin ella mis venas
estarían vacías
y mis dedos sin movimiento.

Pero sobre todo se enreda
entre los pliegues grises del cerebro
hasta convertirme en su siervo.

Libertad,
¡siempre a tus pies!

Vicente M. Martín


Qué sabrán ellos de libertad
si la confunden con castigo
si ven confort entre esos muros
de tan peculiar destino

Qué sabrán ellos
si nunca probaron de tus lábios
si nunca oyeron el sonido
frio y metálico
apagarse tras tus pasos

Qué sabrán
si solo intuyen
castigo,droga,desconfianza...
si os tratan como bestias irrecuperables
de tan peculiar manada.

Qué sabrán
de tus noches y tus días,
para ellos es un simple día más
en su acomodada vida,
para vosotros, una marca en el calendario
de un día,ya,menos
en vuestra alegórica vida.

José Ramón Cifuentes

3 comentarios:

  1. Alfredo: Bien dices que “debería ser un punto de inflexión”… Hay días en que a uno le invade esa creencia de que estamos en vez de una sociedad humana, en una selva de lobos (igual los pobres lobos ni siquiera son como los humanos),
    me refiero a esa hipocresía vital que invade casi todos los estamentos en el que da igual lo que se haga con tal de ser más, tener más… ¡diosquepena!. Hay días en que uno se levanta de la cama y se pregunta ¿En qué mierda estoy metido? Menos mal que ese viento de la borrasca “stephanie” limpia malos pensamientos… ¡me enrollo!. Alfredo que se cumpla tus deseos… “LAS PALABRAS Y LAS POESIAS SÍ PUEDEN CAMBIAR EL MUNDO”

    Luis: Sí la libertad es el tesoro de la vida. Pero hay algunos que se encargan de robarlo y robarlo y robarlo… eso hace que más de uno tenga que morir por los demás para conseguirlo. Me pregunto ¿No será el hombre malo por naturaleza? ¿En nombre de quién se manipula y se engaña?... del dinero, del poder, de dios… ¡NO A LA MENTIRA!

    Miguel Ángel: ¿Ser uno mismo? ¿Qué es eso? Somos lo que la sociedad quiera que seamos y cuando puedes sentirte liberado la sociedad te rechaza si le conviene y si no te encumbra en nombre de lo que le interese. Se dice que todos tenemos un precio… Me creo que es cierto, ¿Cuántas veces nos traicionamos a nosotros mismos por un puñado de monedas, de caricias, de favores, de penas, de tolerancias? Complicado, muy complicado ser uno mismo.

    Antonia: Interesantes tus reflexiones, para pensar un buen rato. Cada ser es único, somos un conjunto de tejidos, química e impulsos eléctricos a los que con facilidad se cruza algún cable y las consecuencias pueden ser imprevisibles. La educación tiene mucho que decir. Muy bien Antonia

    Ana: Me rindo a tu texto… “Tengo la piel endurecida de tanto postrarme y los huesos, mis huesos hermano, se retuercen al ritmo caprichoso de un bebedizo que los desgarra a su antojo. Se arruga el aire hermano, se arruga…
    Mentiría si dijera que soy libre hermano”. Inapelable.
    Del poema “Anónimo” “el herrerillo lo sabe”… Como en el poema de Vicente: “Ana, siempre a tus pies”.

    Sara: Precioso texto con tu sello sensible y tierno… Mucho se sufrió en esa guerra… Muy bien Sara.

    Sofía: El tiempo no es libre está encerrado en segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, décadas, siglos… así hasta el infinito… Bien Sofía, en tu estilo.

    Vicente: Lee los textos de Ana y reflexiona. De todos modos no está mal. Si no da para más…

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  2. José Ramón: "Qué sabrán ellos de libertad"... y qué sabremos nosotros. Libertad, sueño maravilloso. Nadie es libre a todos tarde o temprano nos parte la vida... y aunque recomponemos los cachos siempre quedarán las marcas... ¡Libertad, sueño maravilloso de una noche en verano contemplando la Luna! Bien, José Ramón.

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  3. VICENTE (en alusiones): Pienso y pensaré siempre que en más de una y dos ocasiones utilizamos la sociedad como disculpa y para no asumir nuestras responsabilidades personales. Nadie dijo que lo que lo que planteo sea fácil, pero siempre revindicaré el derecho a la diferencia y creo que fue Einstein quien dijo: "Sed Realistas, Pedid Imposibles". Y también (sobre todo) somos nuestras contradicciones.

    ALFREDO: Amen.

    LUIS: Las ideas se matan, desaparecen, cambian... lo bueno es que haya pluralidad y respeto.

    ANTONIA: se nos olvida el sentido último de reinserción. Lo malo es que a los responsables también se les olvida. Me gustó.

    ANA: Precioso, llega. Yo le pondría una base de hip-hop y a calarte la gorra al revés. Tu segundo texto es hermoso, pero sólo le capto el sentido a tramos (culpa mía sin duda).

    SARA: ¡Qué decir! si es que dejas sin aliento. A ver si sacas lo que tienes guardado en un cajón y haces algo con ello (porque sin duda lo tienes).

    VICENTE: Sí, quizá la verdadera libertad sea bastante ajena al hombre (o eso entendí yo de tu poema).

    JOSÉ RAMÓN: Pues si, me remito a lo que le comenté a Antonia.

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