Del mundanal ruido

La sesión del lunes pasado la dedicamos al silencio. Para no resultar incongruentes con el tema seremos breves.
A continuación la pieza de John Cage 4' 33'' y después el poema "Silencio" de Gloria Fuertes:






Señor, dadme el silencio poderoso y difícil;
decidme donde no se oye nada;
me duele el cuerpo de tanto ruido,
de tanto llanto,
de tanta charca.

Si me dejaras ir al silencio
a alguna aldea,
mejor montaña
donde no oyera siquiera el aire,
donde tan solo pasos de agua
y alguna hormiga…

Si me dejaras…
¡Digo silencio, Señor, silencio!
-de soledad no digo nada-

¿Será pecado querer estarme,
donde no rían,
donde no hablen,
calma en la noche;
sin ruido al alba;
sin mar que grite
todo me daña,
gallo que cante,
perro que ladre,
hombre que pasa…

Si tú dejaras llover silencio
sobre mi pelo seco, dejaras…
me duele dentro por tantas voces,
por tantos ruidos,
por tantas charcas.

Con lo bonito que es el silencio,
donde me echo a pensar palabras,
donde me duermo -que es mi alimento-,
donde se reza,
donde se ama.

Si me dejaras
que allí viviera
mi otra alma…

Digo silencio, Señor, silencio;
de soledad no digo nada.

¡Dadme la paz
y su presencia;

…que amo a quien amo porque se calla”.



Propuesta de escritura:

Señala Roberto Juarroz: No prestar atención a las palabras, / salvo a aquéllas que transportan / su propia carga de silencio
Elige las palabras que te permitan construir una historia en la que domine el silencio: un buzo en zona abisal; el muerto en su velatorio; la historia de un esquimal, un eremita, un astronauta, un enterrador o un pastor; la historia de una intérprete de violonchelo, de una mujer dominada por el miedo; de un alpinista, de una monja, de un náufrago.
Trata de describir el silencio, de transmitirlo en tu texto, ya sea poema, microrrelato o cuento.


Estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:


El silencio que meditas

¿Hay acaso algún pozo,más hondo que tú?
Profundiza en la oquedad
de tu existencia .
Y allí , cuando el alma duerma en la orla del sueño
Deshilvana los segundos,minutos,horas,días...
Con el silencio de la hilandera que va deshaciendo ovillo.
No pronuncies palabra porque la quietud callada te ha de dar la respuesta,
En un boceto de trazos,donde el silencio obliga a romper con los colores en diáfanas
Melodías.Sonidos que todo invaden, dibujándote la vida
En el adormecido cobijo,del silencio que meditas.

Leonor Martín Merchán
Grupo A


El silencio

En silencio prepara decírselo a sus hijos. Diez, ocho, cero años.
En silencio vela, incinera, hace volar sus restos. Menos unos pocos.
En silencio bebe té, hierbas y ceniza. Ruge, se descuartiza. Los cristales estallan.

Néstor Valverde Merlo
Grupo A


La voz del silencio

Invierno: sobre la cabaña abismada entre montañas, el telón nocturno espesa las sombras.
¿Soledad…?
La nieve cae, ¿en silencio…?
Brasas que lamen con dedos temblorosos los leños, ¿en silencio…?
Desde la estufa, en el cazo, humea el guiso, ¿en silencio…?
Las arañas abandonan la oscuridad de sus rincones, ¿en silencio…?
Curiosean con sus ojos de chispa el calor del hogar, ¿en silencio…?
Una astilla remueve el borboteo de la cena, ¿en silencio…?
Entre las piedras de la pared, un ratoncillo asoma, ¿en silencio…?
Me mira, sorprendido, olisca con deleite y se retira, ¿en silencio…?
Fuera, las aguas del arroyo se coagulan; pero… ¿en silencio?

De súbito, el silencio se hace. La gravedad de su elocuencia se impone. Y se acerca a mi oído para susurrarme su verdad. Mudo y severo, cara a cara, cubre con su halo de ensueño cuanto aparenta realidad. Pide la palabra, y… le tiendo la voz vacilante de mis pensamientos. Su estertor retumba como el eco del trueno en mi cabeza: “¡Colma el curso de tu reloj de bullicio y calor, pues el día, la hora, el minuto, el terrible segundo habrá de llegar en que tú y yo seamos uno por siempre jamás!”.

Roberto Sánchez Nieto
Grupo A


Silencio en la palabra

Bajo mi piel,
la tierra esconde sus secretos.

Mi cuerpo se mece entre las nubes,
medita en mi interior,
descalza melodías insonoras
que roban la imagen de un silencio.

El sueño penetra en mi morada
con un canto de palabras,
posa mi latir
sin escuchar su voz.

Sola, ante la noche,
hablo al pensamiento
que roba los sonidos,
para sentir un recuerdo.

Sofía Montero
Grupo B


Silencio sin presencia

El Silencio se puede vivir desde muchas dimensiones.

En mi memoria, el silencio más triste es el que viví a la muerte de mi padre, cuando regresé a su casa. Sentí el vacío de esa morada que ahora se exhibía grande frente a mi madre chiquitita, perdida en ella. Silencio y Soledad.

El silencio falto de presencia se hacía pesado, insufrible. Las pocas palabras, con un eco frío, rebotaban tratando de encontrar su espacio. En el aire se suspendían interrogantes que danzaban sabiéndose sin solución. Las lágrimas, contenidas, vergonzosas de aparecer. Silencio jugando entre los trocitos de corazón deslizándose poco a poco hacia el suelo.

Silencio, silencio..

Silencio que intenta retroceder en el tiempo, desesperado por atrapar una imagen que se esfuma entre tanto recuerdo. Silencio queriendo gritar un nombre y anhelando la respuesta: “estoy aquí, contigo”.

Paloma Rodríguez Prieto
Grupo A


Silencio absoluto

Al fin la música sorda. Años intentándolo. Apartándose. Primero de la ciudad, ese infierno de onomatopeyas alfa compitiendo entre sí. Luego el pueblo, tiempo lento pero con sus propias melodías. Optó por convertirse en ermitaño. Se retiró al bosque. Evitó las óperas humanas, pero descubrió que la naturaleza es una insidiosa sonata de ruidos animales y viento entre hojas. Para cuando subió a la montaña, ya todos lo tenían por loco. No era del todo falso; esa búsqueda del silencio absoluto le estaba trastornando. No alcanzó su meta en la cumbre, ruido blanco natural.

Descartadas todas las opciones mínimamente razonables, se imponía la solución radical. Volvió a la civilización, se esforzó entre el ataque de sonidos por convertirse en el candidato ideal. Y se enroló en una expedición a la Antártida como personal de apoyo. Llegados a ese punto, vagar por el mar de hielo fue lo más fácil. Las inhumanas temperaturas eran lo de menos. Y aunque el viento perseveraba en su acoso, el plan era muy simple. En su cueva de agua sólida ya sólo le quedaba un pequeño paso: Dejó la mente en blanco.

De volver no se había preocupado.

Miguel Ángel Pegarz
Grupo B


Silencio

Silencio externo y ruidos en mi mente que no puedo callar.
Sentimientos de culpa,miedo
de anhelos que no puedo alcanzar.
Visión de lo imposible
que no puedo sujetar.
Mi mente hace tanto ruido
que no puedo escuchar
a ese fornido árbol
que he podido abrazar.
A ese camino de otoño
que me agarra al caminar .
El silencio de un amigo
que me quiere acompañar.
A la esencia de otra alma
que quiere comunicar
el amor que ha sentido
en un instante fugaz.
Serenidad ...
para poder, en calma,
nuestro silencio escuchar.

Luisa S. Mayorga
Grupo A


En torno al silencio
Algún día, quizá no muy lejano,
cuando el sol trasponga la última montaña y
vuelva la sombra -de la que vengo-, terminará la duda,
comenzará el misterio.

Al fin, todo es silencio.

Ramón Sánchez Rodríguez
Grupo B


En el Valle del Silencio

Han aparecido recientemente unos manuscritos en el archivo de Simancas , donde se describe detalladamente la existencia de dos monasterios escondidos en la comarca del Bierzo, en la cuenca del río Oca, al norte de los montes Aquilanos, y las normas de convivencia dentro del mismo.
El más antiguo, data del año 1000, con unas normas muy estrictas, máximo 10 monjes, silencio total, vida austera, rezos diarios, consumir productos de la huerta, y producir vino y orujo. No admitir peregrinos.
El segundo monasterio, se construyó en el año 1200, con 20 monjes y un abad; copiaron algunas normas del primer monasterio referentes a los rezos y trabajo. El nuevo abad, más aperturista, contempló la posibilidad de acoger nuevos monjes, a los que les tendría a prueba durante cuatro años, permitiéndoles hablar al final de cada año solo dos palabras, que era la nueva norma para todos los monjes.
Pronto se corrió la voz por el valle, y un buen día llamó a la puerta un hombre de mediana estatura, delgado y con un hatillo en una mano: "Quiero entrar" .
Cuando cumplió el primer año, el padre abad, solicitó la presencia del futuro monje, y le hizo la pregunta obligada: "Que tal", este le contestó: !Pies fríos!
Al segundo año, los mismo: "Que tal", a lo que contestó: ! Comida mala!.
Al tercer año, lo mismo: "Que tal ", a lo que contestó: ! Cama dura!
Al cuarto año, el abad pensaba que si había aguantado tres años, ya pasaría la prueba y se quedaría. La pregunta obligada: "Que tal ", la respuesta: "Me voy".

Luis Iglesias
Grupo B


Silencio
El patriarca de la familia muere con apenas sesenta y tres años después de haber tratado de luchar con una enfermedad incurable.
Murió al rededor de las dos de la madrugada, en los brazos de su mujer , su mujer era la única persona que se encontraba con el en la habitación.
Desde que falleció su marido su mujer guarda un gran silencio en la habitación , con el dolor que tiene esta recordando los momentos vividos con el .
A las tres de la mañana donde esta la viuda se guarda un gran silencio , en ese momento aparecen los hijos en la sala que vienen a estar con su madre y dar el adiós a su padre como se merece , en la sala los hijos con su madre están recordando los mejores momentos vividos con el patriarca antes de que tuviera esa enfermedad que ha podido con el , en ese momento aparecen los familiares que vienen a dar el pésame.
A la mañana siguiente a las diez de la mañana salen los hijos y su madre del tanatorio para dirigirse al cementerio , en el coche se guarda un gran silencio .
A la salida del silencio dice una frase en voz alta la mujer nunca te olvidaremos estés donde estés.

David Álvarez
Grupo B


La emoción del silencio
La Scala de Milán, 7 de febrero de 1799

Ayer tarde en el momento álgido de la representación de La Traviata, obra maestra de nuestro gran compositor Giuseppe Verdi, la voz y la música cedieron el paso al dolor durante unos minutos cuando la soprano entonó el mudo llanto por su inminente muerte ante el ser amado. No obstante, la escena no perdió fuerza si no más bien todo lo contrario, tanta pasión se hizo casi insoportable también para el respetable público. En ese momento, podía no oírse la respiración, ni vibración alguna de instrumento. De la misma manera que Cecilia Zanotelli había representado la angustia sin música ni palabras, el público quedó clavado a la butaca con las lágrimas congeladas y el grito ahogado, durante varios minutos después de que el acto hubiera finalizado. Un ¡bravo! fuerte e impetuoso irrumpió, al fin, seguido de un estruendo de ovaciones, aplausos desenfrenados y voces que aclamaban a los intérpretes, cuando el público poco a poco pudo ir reaccionando al desconsuelo.

Este día será recordado como el día en que el silencio, a veces vacío y hueco, superó en emoción a la sonoridad más elevada y rotunda.

Luigi D`angelo para “Recortes de vida”

Antonia Oliva
Grupo B


Aquella niña sola
Aquella niña sola
No recuerda el lugar en donde estaba,
Cuando aquello sucedió, incomprensible:
Solo el trigo y los cielos,
Trigos unánimes bajo el azul,
Azul del gran poder
Y ella en medio;
¿de qué llanura infinita?
¿En qué centro?
¿Almendra de qué fruto?
Por un momento eterno
Se hizo de cielo y trigo,
Absorbida y disuelta
Bajo el sol, tan sagrado
Y se detuvo el viento,
Pasaba el gran silencio.

Emilia González Fernández
Grupo B


Los mejores momentos son los que están hechos de silencio…
Sol de invierno.
Días cortos y noches largas,
de juego, amor y sueño.

Al alba, los gallos comienzan su jornada.
Todo despierta.
Y con ellos, las palomas, las urracas y las cabras.

Dan las once en el reloj de la iglesia de mi pueblo,
repicando las campanas.
Las cigüeñas aletean, allí en la espadaña.

Y nosotros, frente a frente,
pertrechados con gorros y bufandas
y con nuestras ganas, basta.

El camino nos espera.
Tú en tu coche,
yo a mi paso.

Las piedras de los caminos y el trino de los zorzales
acompañan nuestros cantos,
y el arroyo lleva el agua de los campos.

Alguna hoja vuela
mientras tú balbuceas.

Los cascabeles de las ovejas se oyen en lontananza.
Y las vacas, con sus cencerros,
compiten con las de juguete, de tu sonajero.

Un niño llora, un viejo tose y un perro ladra.

Todo está en orden.
Todo es perfecto.
Tu risa, mi risa, el viento…

Cuando tú naciste, mi niño…
Y contigo, mi Silencio.

Concha González
Grupo A


Desde el silencio abisal

Querían descubrir algo más, se había dado la alarma, del hallazgo, el HMS Terror, un barco que lo dieron por perdido hace más de 165 años.

Los buceadores de la Antártida y por las palabras que encontraron en el lateral del navío supieron que era ese el que buscaban. Comprobaron la carga que estaban buscando y que se encontraban en perfecto estado.

Sabían que durante los últimos 20 años el mastil del barco se quedaba en seco con las bajadas de marea. Hundido solo a 20 m.

Silencio. Desde el abismo. De nuevo, el HMS Terror era todo un misterio desde las profundidades de la Atlántida.

(El HMS Terror es un barco real no estoy segura de que los datos sean del todo reales, lo vi en el Nathional Geograhic y me dio la idea)

Iria Costa
Grupo B


Silencio invernal
Era una cabaña preciosa,
como las construidas en los países del norte.

Empezó a nevar, no se oía ni el arroyo más próximo que estaba congelado.
Silencio. Copos de nieve cubren las laderas de hierba fresca.
Un pequeño cervatillo acude a comer los últimos trozos de hierba.
Ya, los árboles no tienen hojas. Aún conserva la frescura y la vida.

Silencio. Desde la cabaña, donde prometí amarte.

Iria Costa
Grupo B


El silencio de la noche

Un silencio tardío me sobrevino aquella noche, demasiado impasible, demasiado silencioso. La noche era oscura y tranquila, mi aliento rápido y quebradizo. Sentía un ambiente pesaroso e inquietante que no dejaba de turbar mi mente. Ágil y azorado encendí la luz en busca de algún movimiento imprevisto, descubriendo sorprendido que solo era silencio; silencio lúgubre y reservado, oscuro y misterioso. El silencio del aire, tu silencio dormido a mi lado y el mío propio; unidos y dueños de la noche.  


Ana Zaballos
Grupo A


El silencio de un náufrago

Oooo  oo  oooo                     o o o           o

                                                                       shsss                sss                             
La noche abre su turno
                                  remo                    sss        
                      cuerda                sss                             zapato
                                                      sss                   chaqueta        manta
                                                                                                              sshs                      noche
Agua: mercurio frío
                                              ssssssssandalia       
                                 camisssa  
                                                                             sss    mochila        
                                                                                                                           sshhhh

Un remo sin una mano
                                              ssssssss       
                                                                                         camisshsa   
                                          Papel                   shhh
                                                                                                     botella       sss        
                                                                                         
Un revoltijo sin su ovillo
                                                    camissssa               botella
                    mano    sss                                                           jirón  
                                                                        sss 
Una chaqueta sin su espalda
                                             Sss…salitre                                         
                                                              cordón    shhh
                                                                                                                      pie     sss                   
                                                             shh h   h                    
Una manta sin su abrigo

Shhhh  plashhss     plassshhhs   shhssss
             Plassshhhh     shhhh
                                                                      plassshhhh
Una boca sin su grito
                           
                                             ss sshhss  s     s                  
                                                                                s             sssh            

Pilar Luengo
Grupo B


Silencio

S hhh...
I nconsiciente colectivo
L egrado adormecido
E ntalpia abisal.
N i siquiera gimes
C aléndula en mis manos
I mpides la locura
O la rompes brillar.

Tania Hermida
Grupo A


Silencio
El maestro, la orquesta
La batuta en el aire, suspensa.

El aire gastado se estrangula
Sin vibrar en palabras.

Amasa entre tus manos un nuevo corazón
Conjúralo en tus labios, y cuando beses, calla.

Perdido, el niño llora
En el inmenso espacio, su propio eco.
Y se hizo el silencio, palabra de dios.

La soledad, la ausencia
Son tu voz, que enmudece.

El estanque liso
Engulló la rana
Y espera.

Antes, lo imaginas?
En el principio

Antes del Verbo.

Ignacio Aparicio
Grupo A


Silencio
Salió de su casa dando un portazo, imponente, bien vestido y peinado, sonriente. Su mujer quedó tirada en el suelo como en tantas otras ocasiones. Esta vez la paliza había sido más violenta. Le quemaba la cara y sabía que, en breve, le saldrían moratones en el ojo derecho y en el labio. Notaba cómo brotaba sangre de las comisuras y resbalaba veloz por el cuello.

Se levantó como pudo. Tenía otras heridas en zonas que no serían visibles. Adivinaba también alguna costilla rota. Esperaba que ninguna otra extremidad hubiera sufrido el mismo destino. A pasos lentos se dirigió hacia el baño, encendió la luz y se miró en el espejo. La imagen que se reflejó le dio miedo y, avergonzada, evitó mirarse más tiempo. Abrió el grifo del lavabo, se lavó los cortes con agua y papel higiénico y llenó la bañera de agua caliente; muy caliente. A pesar del dolor que le impregnaba el cuerpo, necesitaba darse un baño. Quería sentirse limpia. No sabía por qué se veía sucia, culpable, mala persona. Nunca antes en su juventud había creído ser así pero ahora, cada vez más, se pensaba un ser repugnante, insignificante, incapaz de hacer nada bueno ni por ella ni por nadie.

Cuando la bañera estuvo llena se metió en ella deseando que la espuma le acariciara el cuerpo. El contacto le dolió, le escoció en las heridas. Sin embargo, empezó a sentirse mejor.

Pensó en el maquillaje que debería utilizar esa vez para disimular las marcas de su cara, de su boca. Pensó también en las frases, todas mentira, que utilizaría con los vecinos y personas del supermercado. Con todos ellos tendría que disimular, como siempre. Nadie debía enterarse de su situación. Nadie podía saber la verdad. Silencio. Siempre silencio. Tenía que permanecer callada si no quería recibir más golpes. Nadie sabía y nadie creería.

Decidió introducir la cabeza dentro del agua y aguantar la respiración el mayor tiempo posible. Cuanto más, mejor; más podría disfrutar del silencio, de la libertad. Uno, dos, tres, cuatro, cinco. Cada segundo debajo del agua la transportaba a un golpe que había parado su cuerpo.

Quería disfrutar de ese silencio. Escapar del ruido del mundo real. Repitió la operación ampliando cada vez el tiempo de resistencia debajo del agua. Veintitrés, veinticuatro, veinticinco, veintiséis. Sólo escuchaba paz. Treinta, treinta y uno, treinta y dos. El ruido se oía lejano. Cuarenta y cinco, cuarenta y seis, cuarenta y siete. Se concentró en los latidos de su corazón. Le daban la tranquilidad que necesitaba, pero cada vez eran más espaciados. Setenta y ocho, setenta y nueve, ochenta. Dejó de escucharlos.

Horas después la policía derrumbó la puerta de entrada. En la comisaría habían recibido la llamada telefónica de una mujer. Anónima, por supuesto. Al otro lado de la línea se escuchó que en ese piso habían cesado los golpes, los gritos, el agua, los sollozos. La mujer podría estar muerta. Acudieron y, en la bañera, encontraron el cuerpo sin vida de una mujer golpeada con saña.

La vecina de al lado declaró que ella no había utilizado o el teléfono de su casa. No, tampoco había oído nada fuera de normal ese día ni ningún otro. Mientras, pensaba: “Se ahogó en su propio silencio”.

Toñi Martín del Rey
Grupo A

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