Escribir, ¿para qué?

¿Por qué escribo? ¿Para qué escribo? ¿Para quién escribo? ¿Qué razones o impulsos me mueven a ordenar o desordenar las palabras sobre un folio?
La primera sesión del taller la dedicamos a tratar de responder a estas preguntas. 
Pero también tratamos de despejar -con ayuda de Fernando Iwasaki-  qué oficio es el de escritor si ni siquiera Hacienda lo reconoce como tal entre los epígrafes del Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE).




Charles Bukowski ofrece una serie de consejos y recomendaciones a todos los que desean convertirse en escritores:

Si no te sale ardiendo de dentro,
a pesar de todo, / no lo hagas.
A no ser que salga espontáneamente de tu corazón
y de tu mente y de tu boca
y de tus tripas, / no lo hagas.
Si tienes que sentarte durante horas
con la mirada fija en la pantalla del ordenador
o clavado en tu máquina de escribir
buscando las palabras, / no lo hagas.
Si lo haces por dinero o fama, / no lo hagas.
Si lo haces porque quieres mujeres en tu cama,
no lo hagas.
Si tienes que sentarte
y reescribirlo una y otra vez, / no lo hagas.
Si te cansa sólo pensar en hacerlo, 
no lo hagas.
Si estás intentando escribir
como cualquier otro, olvídalo.
Si tienes que esperar a que salga rugiendo de ti,
espera pacientemente.
Si nunca sale rugiendo de ti, haz otra cosa.
Si primero tienes que leérselo a tu esposa
o a tu novia o a tu novio
o a tus padres o a cualquiera,
no estás preparado.
No seas como tantos escritores,
no seas como tantos miles de
personas que se llaman a sí mismos escritores,
no seas soso y aburrido y pretencioso,
no te consumas en tu amor propio.
Las bibliotecas del mundo
bostezan hasta dormirse
con esa gente.
No seas uno de ellos. 
No lo hagas.
A no ser que salga de tu alma
como un cohete,
a no ser que quedarte quieto
pudiera llevarte a la locura,
al suicidio o al asesinato,/ no lo hagas.
A no ser que el sol dentro de ti
esté quemando tus tripas, no lo hagas.
Cuando sea verdaderamente el momento,
y si has sido elegido,
sucederá por sí solo y
seguirá sucediendo hasta que mueras
o hasta que muera en ti.
No hay otro camino.
Y nunca lo hubo.

Y aquí dejo un texto propio sobre el hecho de escribir poesía:

Nunca escribí una poética. Ni la intuí siquiera. Todo lo que sea interpretar lo que escribo y lo que toco o respiro creo que no me corresponde a mí sino al lector. Yo no sé por qué escribo, ni me importa saberlo. Yo sólo escribo.

Creo en el poema. Como creo en las ninfas azules sin dolor de ovarios, en los cíclopes que se emborrachan los domingos, en los cachorros de pantera y en el país de las corbatas. El resto no quiero saberlo. Igual que la muerte.

Buscad ahí, entre los poemas, sin revolver las vísceras. Adivinad las cosas que no dicen. Merodead en sus envases térmicos las huellas y las sombras, el semen de los sueños, la sangre y la cerveza bombeadas noche a noche. Y si al final de todas las preguntas resulta que escribir es respirar y es una forma de medir el óxido que suman nuestros ojos, entonces quizá escriba. O alguien dentro de mí se encargue de ello aunque jamás razone su existencia; aunque jamás lo vuelva a ver después de la anestesia; aunque jamás vuelva a pensar que en todas las radiografías de todos los hombres y mujeres hay un poeta arrinconado. Un esqueleto sensible e imaginativo al que la carne pone límite. Un tramoyista sin contrato que articula nuestros ruidos. Una explosión, quizá de cuatro tiempos, que nos ayuda a comprender o confundir el mundo y al antropoide anónimo y social que desde siempre nos habita.

Porque resulta que escribir es capturar, desinfectar, diagnosticar, descifrar, autopsiar todo cuanto está en el límite de nuestros ojos, oídos, labios o tacto, las únicas posibles coartadas para el engaño de las musas, las herramientas que dan forma a una palabra o una lágrima o un beso rojo de mujer. Y aquí no hay fórmulas de agua o mecanismos de reloj que expliquen cuanto pasa.

Y en medio del poema y sus tendones, cuando se ablande el hielo, germinarán la noche y los aullidos y un galgo de ochocientos miligramos perseguirá las letras una a una para explicar el tiempo y el amor y el crucigrama de la muerte.


Raúl Vacas


Propuesta de escritura

Escribe un poema, un microrrelato o un texto sin más sobre el hecho de escribir y que contenga tu forma de pensar con relación a la escritura.

Dejamos aquí algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:



De por qué escribir

Yo era pequeña y los libros no me dejaban ser su personaje.
Luego crecí un poco. En la plenitud de las siestas del verano, cazaba moscas, cazaba renacuajos y, a veces, cazaba palabras. Al tacto sonaban diferentes; las moscas vibraban secas, los renacuajos se escurrían húmedos, había que tener cuidado para no dañar sus cuerpos. Son seres frágiles. En cambio, las palabras sonaban, soñaban, húmedas, dulces, saladas, secas, vibrantes, zumbantes, ambiguas, rotundas. Silencio. Palabras. Son seres fuertes. Están en mi mano. Juegan; se deslizan divertidas entre mis dedos y, a veces, muerden.
Crecí otra vez. Un día decidí que había llegado el momento; las puse en fila, una tras otra bien colocadas, en perfecto orden, y con clara instrucción de no moverse. Al fin yo sería el personaje del libro.
En esto pasó una mosca, es por todos conocido que el tiempo de las moscas pertenece a otra dimensión, cuando volví a posar la mirada sobre mi fila de palabras perfectamente alineadas y enlazadas, éstas, para mi sorpresa, se habían deslizado con sigilo y con humor. Ahora el personaje ya era otro, había ocupado mi lugar, se enganchó a la página en blanco, que ya no lo era, de tal manera que fue imposible arrancarlo de allí.
Y aquí estoy; cazo moscas, cazo renacuajos y, a veces, cazo palabras.

Ángela Mayor
Grupo B


Escribo

Escribo
para ahuyentar de mi 
esta muerte que me habita 

Escribo, para arrancar de cuajo 
mis entrañas 

Escribo
para que el luego 
se convierta en ahora 

Solamente escribo, 
sin pretensiones 
ni engaños 

Escribo simplemente 
para desmorirme todo. 

Apolinar Rubia Navarro
Grupo A


Contradicción

Crear una mentira para combatir otras mentiras. Escribo porque leo, y leo porque desconfío de la realidad que me rodea. Me parece una engañifa. Paradoja.

La realidad de los libros es engaño, fantasía, pero es más auténtica que la realidad “real”. Un libro es un universo independiente de mí. Cuando lo abro, descubro procesos que tienen vida propia. Y que supongo, seguirán cuando lo cierre. Así que crear universos con vida propia, es luchar contra lo aparente, contra la mentira.

Ricardo Paternina
Grupo A


Por qué escribo
Escribir es como recibir una carta misteriosa al leer y hay que contestarla. Es un tópico pero escribo poesía porque he leído mucha y especialmente la de los autores que dicen mucho con pocas palabras.

En realidad escribo para aprender, expresar y exaltar el mundo o recrearlo porque no me gusta; así recojo los mensajes positivos o no que lo creado me envía; para que ciertos hechos y pensamientos no caigan en el olvido.

Se me olvidaba decir que en algunos poemas intuyo el mundo invisible pero que está aquí, detrás de lo que se ve o tapa la luz del sol.

También expreso la melancolía que me habita o los pequeños momentos que me regalan algunas ideas que no me parecen mías.

Emilia González
Grupo B


Escribir, es-vivir

Una sala de espejos
bajo el mar,
un océano de pensamientos
sin tejer.
Las palabras buscan sonidos
en medio de un humedal,
mas no los encuentran.
Emergen pensamientos de arena
allí, en el mismo lugar
donde caracolean las emociones
y trepida el atardecer.

Y todo fluye de dentro hacia afuera,
del mar hacia la montaña de arena,
todo empieza, todo acaba, todo queda.
Acaso,
si algo se evapora, esa es la vida,
que se escapa entre los días
sin apenas darnos cuenta.

Es ahí, entonces, cuando entiendo
que mis palabras han de rescatar el instante:
Ése que fue, también el que ahora es, y
llegado el caso, incluso el que
puede llegar a ser en un momento
aún no vivido.

La palabra escrita vive en mí,
es mi otro yo, mi parte gemela.
Una sala de espejos
bajo el mar,
un océano de pensamientos
sin tejer.

Escribo porque vivo.
Me siento libre cuando escribo.

Si yo te escribo,
tú escuchas mi voz
aunque no me oigas,
y lees mi corazón
y ves mi rostro
aunque no esté delante.

Acaricio con mi letra
los senderos imaginables
del papel en blanco,
que voy construyendo
cada día, a cada instante,
hasta llegar a ti
y encontrarte.

Tina Martín Mora
Grupo B
http://tinamartinmora.wixsite.com/tinamartinmora/single-post/2017/10/14/ESCRIBIR-ES-VIVIR


"No seas un escritor vive escribiendo". Me siento muy identificada con esta frase.
Mi escritura es de "andar por casa", mis conocimientos no son muchos, sí mi interés por aprender, por la vida, por comunicarme de forma reflexiva, con el silencio de fondo.
Escribir para seguir sorprendiéndome.
Para imaginarme lo que pudo ser y no fue; lo que será, por lo menos, en mis escritos.
Escribir para acompañar en la distancia.
Para que mi hijo siga celosamente guardando mis cartas en su caja de madera.
Como dice mi amiga Raquelilla: escribes igual que hablas, desde el corazón. Y así quiero que siga siendo.

Luisa Sánchez Mayorga
Grupo A


Me gusta escribir

Quise aprender a escribir cuando tuve mi primera pizarra, dos, tres años. Fue mi primer descubrimiento darme cuenta de que si aprendía a hacer las letras y las juntaba bien, podía decir cosas sin hablar, descubrí la magia de las letras y, aprender a leer y escribir fue como un juego, supongo que desde entonces me aficioné a escribir y leer.

Era una niña sola, sin hermanos, mi muñeca, el cuaderno y lapicero eran mi mundo, hablando con ellos pasaba largas tardes, a ella le cambiaba de vestido, le daba de comer y, cuando ya estaba dormida cogía mi cuaderno, las pastas de un gris azulado, Cuaderno en la portada, un pequeño águila sobre una roca, en la contraportada las tablas de sumar, restar, multiplicar y dividir, era un cuaderno de rayas, que aún conservo y que cuesta leer, las letras están emborronadas, el lapicero no ha aguantado el paso del tiempo .Ahí está mi primera niñez, mis primeras fantasías.

Cuando fui a la Preparatoria en el Instituto para hacer el ingreso, diez años, la Maestra nos mandaba como redacción contar qué hacíamos los fines de semana. Siempre y todas igual, “me he levantado, desayunado, he hecho mi cama, he ayudado…” Me rebelé contra eso y empecé a inventarme historias, bien sabía ella que ni había ido a Madrid, ni que me habían regalado una bicicleta, ni que había enseñado a un loro a decir ¡hola! Escribiendo esas historias volví a descubrir cómo con las letras, con las palabras se puede soñar, transmitir y sentir emociones. En mi época en el Instituto leí mucho, y escribía, ya sí era mi compañera imprescindible, a la única que contaba mis sueños, mis alegrías, mis desencantos en ella me refugiaba ¡y cómo me entendía!, los sentimientos salían, las palabras fluían y limpiaban mi corazón, ¡me sentía tan feliz de poder escribir!

Y llegó otra etapa, una profesora de literatura despertó en mí otra forma de leer y escribir, me di cuenta que para escribir había que leer mucho y tener un buen bagaje de conocimientos, la sensibilidad y el gusto por escribir creo que sí lo tenía, aparqué el escribir, esperaría, me decía: Cuando haya vivido mucho, cuando sea mayor, cuando…cuando….

Sigo esperando, no paso de pequeños relatos, eso sí, escritos con mucha ilusión y con el corazón, disfruto mucho, para mí, en este momento de mi vida, sigue siendo algo tan placentero como cuando garabateé mi primer cuaderno.

Inés Izquierdo
Grupo A


Hay días que siento necesidad de escribir,lo que ocurre es que no soy capaz de poder expresar lo que anda por mi mente,ideas vienen y van.forman caracoles se enredan y juegan con mis Neuronas, pero no logro frases que digan ALGO digno de transmitir lo que circula libremente por mi cerebro.

Mi deseo de escribir es en algunos momentos de necesidad,intento plasmar de forma ordenada los pensamientos que juegan con mis neuronas como si quisieran, salir con FUERZA desde mi yo más interno,y a veces solo consigo garabatear frases que solo yo entiendo y después siento una liberación de mi revoltijo de ideas.Por eso, creo que para mí, es terapia.y como BUENOS escritores hay muchos,yo lo hago por gusto y creo que ese es también un buen motivo.

Pepa Agustín González
Grupo B


Escribir, para qué.

Escribo porque soy lector, y me siento más lector cuando escribo.

Pero no sé muy bien, porque creo que no tengo nada que decir, ni mucho menos quiero hablar de mí mismo, qué vergüenza; ni creo que la Literatura sirva para cambiar las cosas, aunque puede que sí; ni creo tampoco que me ayude a ligar, o a ganar ningún premio, ni siquiera a publicar nada.

Y la verdad, tampoco creo que tenga talento, cómo lo iba a tener yo siendo un bien tan escaso. Pero eso es curioso, porque a veces parece que el talento es como si lo tuviera a uno, y eligiera pasar a través de cualquier persona corriente para manifestarse. De nuevo, yo creo que ese Pepito Grillo es el lector que está por ahí revoloteando; o puede que simplemente sea un regalo más de la Lengua, de la Cultura, del acervo que llevamos impreso en los genes y mamamos con la leche materna. Un afortunado atavismo.

Y para ponérmelo todavía peor, no tengo cultura del esfuerzo; todo lo que supone un trabajo, para mí, es como si no mereciera la pena. Es como el amor, un milagro si te lo dan por tu cara bonita, pero si te lo tienes que currar, si lo tienes que merecer, si tienes que ser estupendo, entonces pierde casi toda su gracia. Madre sólo hay una.

Escribo porque creo que escribir es sobre todo un oficio –y la lectura una vocación- , y ahora que estoy en un limbo entre el paro y la jubilación, y tengo tiempo para ello, me he quedado sin excusas. Aunque podría dedicarme a hacer botijos, lo que no creo que sea menos digno y presupone además una cierta humildad, por contraposición a las ínfulas –no siempre justificadas- de algunos escritores. Literatura como oficio, como artesanía. Escribir un soneto es un poco como hacer un cesto de palabras.

Es un acto de respeto, de reconocimiento, un homenaje a la Lengua, a los maestros, es decir lo mismo de la misma manera –Borges, Pierre Menard- para encontrar, quizá, la propia voz, si es que nos hacemos merecedores –ahora sí- de tener una.

Ignacio Aparicio Pérez-Lucas
Grupo A


Fantástico

Fantástico!. Aquello era un milagro. De la nada floreció un pensamiento que creció hasta llenar mi mente. Quedé embelesado y sorprendido ante tanta maravilla desconocida. Lo analicé con mucho detenimiento y concluí que, modelándolo y ampliándolo, podría convertirlo en una obra valiosa, acaso filosófica, quizá poética o puede que en una emotiva historia sentimental, fantástica o humorística. Me sumergí en él y, trabajosamente, comencé a añadir palabras, construir frases, imprimir estilo... No recuerdo bien qué salió de tanto esfuerzo, pero quedé satisfecho. Me embelesé con ella y le asigné un lugar destacado a medio camino de mente y corazón, donde poder encontrarla y admirarla en cualquier momento. Un día, sigilosamente, marchó a poblar el reino del olvido.

Surgieron más pensamientos y jugué con ellos; construí historias que retorcía y cambiaba a mi gusto sin que se ofendieran, y hasta me emocionaba con sus personajes, lo mismo que con ese fluir sensible y conmovedor, que la gente conoce como sentimientos. Presentí que compartiéndolos aliviaría mi alma, pero supe que también los demás tenían los suyos, por lo que no merecerían demasiada atención. Quedé triste. Me sentí solo.

Con esfuerzo, continué inventando historias, regando pensamientos, navegando sentimientos, a pesar de que tiempo y olvido robaban y destruían.

Pervive con nitidez aquella tarde inverniza, cuajada de melancolía, y el encuentro con la blanca soledad de un folio. Le ofrecí mi amistad y me brindó la suya. Desde entonces, le cuento y me escucha; le cuento y me acepta. Y cuando mi recuerdo se desvanece, le escucho y me cuenta; me cuenta y lo acepto. Somos amigos. Fantástico!.

Evaristo Hernández
Grupo B


"Con E de existir"

Escribir es escapar,
es energía, espacio, equilibrio.
Es empezar encontrando...

Escribir es elevar el espíritu,
encenderlo, enjuagarlo, embellecerlo...
Es embaucar esperando...

Escribir es el espectador ensimismado,
el enfermo espabilado,
es el estudiante entregado,
el enemigo engañado...

Escribir es enojarse, encapricharse, enamorarse...
Escribir es elegir,
Existir.

Enrique Rodríguez González
Grupo A


¿Por qué escribo?

Por jugar
Por sentir
Por vanagloria
Por ella.

Sobre la vida
Sobre la muerte
Sobre la belleza
Sobre ella.

Tras la música
Tras la palabra
Tras la pasión
Tras ella.

Para pensar
Para hablar
Para entender
Para ella.

Contra la soledad
Contra el dolor
Contra todo
Contra ella.

Lucio Gómez
Grupo A


Razones

Se fue perdiendo entre las calles llenas de gente, como uno más. Demasiado calor, demasiado polvo, demasiados empujones. Lo tenía claro, nunca volvería; nunca más. Demasiado dolor, demasiado sufrimiento, demasiados empujones. No, nunca más. “¿Y a ti qué te importa si lo hago bien o mal?” – recuerda que le gritó- “No pretendo tu aprobación, ni tu aplauso, ni siquiera un gesto de desagrado. Lo hago para mí, porque quiero, porque me sueño, porque me explico, porque me dejo llorar, porque me invento y lo hago sin ti, ¿me has oído? ¡Me invento sin ti!” Han pasado tres días y el gentío parece envolver la angustia. Lo sabe. Mintió. Nunca se recrea solo, siempre le acompaña su olor, el sonido de su respiración, su aliento, sus lágrimas emocionadas mientras lee – de nuevo, ¿cuántas veces van?- aquel pequeño poema, su demanda: “¿cuándo me escribes algo?” Sí. Mintió. Y lo peor es que sabe que le hizo daño, conscientemente, con voluntad de hacerlo. Tendré que pedirle perdón. Escribiré algo.

Javier Portilla
Grupo A


Tengo 8 años: Ojalá todos mis amigos leyeran los cuentos que escribo para mi sola.
Tengo 25 años: Estoy trabajando y es duro. Muy duro porque no tengo tiempo para escribir nada.
Tengo un sueño: Me encantaría jubilarme antes de los 40 para dedicarme a escribir.
Tengo 33 años: los sueños se hacen realidad, estoy jubilada y tengo tiempo para escribir, pero a veces no puedo.
Desgraciadamente, los sueños se hacen realidad pero nunca como los has soñado.
Tengo 50 años: ya no quiero soñar más, solo escribir. desperté de aquel sueño con una frase.:
"Desgraciadamente, hemos confirmado un diagnostico de Esclerosis Múltiple".

Esther Yubero
Grupo A


Escribir, ¿para qué?

Me da rabia la pregunta.

Escribo porque la linterna alumbra la oscuridad y encuentro regalos entre las sombras. No escribo cuando creo firmemente que no habrá sorpresas en las tinieblas.

Escribo porque la varita mágica extrae el caos y fuera lo ordena. ​No escribo si tengo la certeza de que todo es desorden y nada más.

Escribo y a veces me admira descubrir la belleza en las palabras y en lo que dibujan.

No escribo cuando atiendo a mi para qué y a mi yo no.

Escribo con la muleta en que me apoyo. También con el bisturí y me abro paso. Escribo cada vez más con las tijeras de podar. Muy a menudo con el cuchillo patatero y voy sacando los cocos. En ocasiones he escrito con el termómetro clínico, incluso con el supositorio y hasta con la lavativa. Pocas veces escribí con el machete, y me gustó.

Algunos días no he escrito por vergüenza.

Me da rabia la pregunta porque muchas veces no me lo permito. Probaré a escribir con una luz de bengala.

Manuela Sánchez
Grupo B


Escribir

Recuerdo el día que empecé a escribir. Tenía unos quince años. Al lado de mis manos tenía unos bolígrafos, lapiceros y unos papeles.

En esos papeles pude desahogarme escribiendo una frase que quería compartir.

Ahora con el paso del tiempo escribo para que el lector pueda leer con entusiasmo lo que escribo sobre el papel con la mejor sonrisa del mundo,

Han pasado desde que empecé a escribir unos doce años y espero seguir escribiendo historias por muchos años más.

David Álvarez
Grupo B


Escribir para sentirte vivo.

Escribir para confirmar una vez terminada la escritura el aspecto que tiene plasmada en el folio -antes blanco - ahora garrapateado sin piedad.

Escribir con pluma -sí, claro- : delicados jeroglíficos, caravanas de hormigas, danzas de notas musicales que patinan sin descanso, que generan líneas y párrafos con paradas en seco y puntos suspensivos también.

Escribir para poder vivir, para poder respirar aire el fresco en medio de tanta toxicidad ambiental y mental y dolor...

Ismael Marcos
Grupo B


Escribir, ¿para qué? 

Hay que ver, qué textos tan logrados los de mis compañeros del taller. Bien se aprecia que todos escriben al dictado de sentimientos hermosos. A ver cómo digo yo ahora que escribo porque me gusta contar mentiras. Porque a mí, la verdad, me chifla contar mentiras tranlará; y contármelas a mí mismo. Dice un amigo, psiquiatra por más señas y especialista en desliar neuronas embrolladas, que eso es que tengo algún tipo de frustración y que hasta que no la supere... Pero yo no hago mucho caso y sigo a lo mío.

A mí, a lo primero, la verdad, me costaba mucho parir un texto; y encima casi nunca me gustaba. Pero no hay mal que cien años dure, afortunadamente. Ahora doy el último teclazo, leo lo escrito, corrijo, lo vuelvo a leer, lo reescribo con esmero, le saco brillo... Al final la mentira me queda, y perdonen ustedes la inmodestia, preciosa. Cómo será que algunas veces hasta me la creo. Ahí es cuando me siento yo realizado; a ver por qué no va uno a poder regalarse una vida diferente.

Pascual Martín
Grupo B


¿Por qué escribir?

Escribo para mi, buscando un entendimiento propio, pero también para evadirme. Huyo de mi pensamiento decantando en el filtro de la mano el fluido de mi mente, para que pase por el tamiz de mi piel, como un estilo de purificación. De esta forma, suavizo la existencia, y la angustia del pensar se alivia por el baile de la pluma.
Las palabras escritas son mis huellas de arena que no perecen por el viento; son profundas, como una sutura, que duele y alivia. 

David VG
Grupo A


Diario

Vierto sobre tí emociones, ilusiones, historias de amor ,de desamor,rutinas, éxitos,fracasos, experiencias de viajes… Estás conmigo en lo bueno y en lo malo y me has servido de terapia, pero al final te convertirás en cenizas en la hoguera de San Juan ....

África Gómez
Grupo A


¿Porque escribir?

Escribir para mí significa, liberar tu mente, darle forma a tus pensamientos en cada letra plasmada sobre el papel, significa desahogarse, liberar las penas, el dolor, la tristeza, terapia válida para mentes confundidas, por azares de la vida. Significa morir y renacer, durante muchas vidas, en el tiempo infinito de tus pensamientos, para hacer y deshacer historias que la realidad no imagina.

José Eduardo Cadena
Grupo A


Me preguntas por qué escribo
por decir lo que no digo

Me preguntas por qué escribo
por mor de quien es mi amigo

Me preguntas por qué escribo
porque me sirve de abrigo

Me preguntas por qué escribo
porque mis penas mitigo

Me preguntas por qué escribo
para salir del hostigo

Me preguntas por qué escribo
para dejar un testigo

Me preguntas por qué escribo
por dejar de mirar mi ombligo

Me preguntas por qué escribo
porque hay premio y no castigo

Me preguntas por qué escribo
porque ser mejor persigo

Me preguntas por qué escribo
porque si no, me fatigo

Me preguntas por qué escribo
por reir de mi conmigo…

Me preguntas por qué escribo
por reir también contigo


Por decir lo que no digo
Por mor de quien es mi amigo
porque me sirve de abrigo
porque mis penas mitigo
para olvidar el hostigo
para dejar un testigo
por dejar de mirar mi ombligo
porque hay premio y no castigo
porque ser mejor persigo
porque si no, me fatigo
por reir de mí conmigo
por reír también contigo...

¡Por eso y más es porque escribo!

Mercedes González
Grupo A


“Escribir para tomar las medidas al miedo”
Chantall Maillard


Cuando las ideas turban mi mente y mis deseos se bloquean entonces surge la necesidad de escribir. Escribir para curar el alma, escribir para cauterizar la herida, escribir para mecer la pena, para airear las inquietudes que traen desasosiego.

A través de las palabras puedo expresar lo que bulle dentro de mí, lo que se duerme y teme despertar, lo que veo y lo que no se deja ver…

En definitiva, escribir para indagar en mi inconsciente, para dar orden al caos.

Pilar Sánchez
Grupo B


Porque cuando lo hago, me aíslo de la realidad dándole alas a la imaginación y me siento bien.
Porque escribir es una vía de escape a la rutina
Porque al escribir expreso mejor mis sentimientos y puedo reflexionar sobre ellos.
Porque cuando leo algo que me gusta ,disfruto y quiero aprender a escribir bien para que los que me leen experimenten el mismo placer
Porque escribiendo puedo plasmar lo vivido para que no caiga en el olvido
Porque escribir sirve para alimentar sueños e inventar otros mundos.
Porque...
Podría seguir dando mil razones sobre el placer de escribir pero no quiero alargarme más..
Por todo esto ..y por nada más escribo.

Rosa Celia González Monterrubio
Grupo B


Escribir para sorprender
Escribir, escribir, siempre escribiendo desde la escuela. Escribir la fecha, escribir al dictado, escribir los ejercicios, escribir los deberes, escribir una redacción a la vuelta de vacaciones, escribir el día del padre, de la madre, escribir caligrafía, escribir resúmenes, escribir apuntes... Pero tanto escribir para contar tan poco, para comunicar apenas nada, siendo éste el principal objetivo de este verbo tan fantástico que permite plasmar una realidad jugando con las letras y las palabras.

Laboratorio de escritura creativa, precioso nombre para aprender a escribir, ya que después de tanto escribir, he llegado hasta aquí sin apenas tener idea. Un laboratorio con probetas, matraces, tubos de ensayo, vasos de precipitados, llenos de letras y palabras que esperan sean perfectamente combinadas.

Escribir es realizar experimentos, ir echando poco a poco en el embudo las letras, las palabras necesarias para que se mezclen y combinen, en dosis adecuadas, con el fin de conseguir un compuesto creativo, lleno de sentido, capaz de provocar reacciones en los lectores, cogiendo sus alas para lanzarlos a volar en un viaje compartido.

Escribir es poner en común sentimientos, experiencias, ilusiones, con las mejores palabras para sorprender a los lectores. Si al final, el compuesto ha conseguido llegar a algún lector que lo disfrutó, mereció la pena el experimento.

Antonio Castaño Moreno
Grupo A


Pincel de sueños
Vuelo de palabras
anida en la imagen
que hierve los silencios.

Letras deshojadas
rompen el misterio
al sentir la brisa de mi voz,
latente en la metáfora.

Pétalos del pensamiento
florecen en el recuerdo.

El verso reposa en mi piel,
nace una nueva sensación.

Sofía Montero García
Grupo B


Dicen que sólo escribe quien tiene algo que contar
Nunca fui una niña de muchas palabras, ni de mucho ruido. Supongo que a escuchar el mundo me enseñé yo misma. No creo que empezara a escribir de casualidad, es más, creo que he escrito siempre sin darme cuenta, tejiendo la realidad con hilos de colores en mi pequeña cabecita, pero sin ponerles nombre. Ahora sé que hacía poesía, si es que la poesía de pensamiento existe.
Tampoco creo que mis palabras vengan a revolucionar el panorama literario actual –mis pretensiones distan mucho de ser tan elevadas- pero sí creo firmemente que la palabra es el medio más libre que existe, y que de la palabra pronunciada , incluso, pensada, brota poder, significación, belleza. Cuando en la iglesia mi abuela rezaba a mi lado me parecía imposible que nadie viera cómo ella tejía un abrazo, una puerta, una llama sin usar los dedos. Efectivamente, nadie los veía, pero fuera por el motivo que fuera su palabra sí importaba, su palabra se podía respirar.
Dicen que los que escriben atraen historias, por mi parte, prefiero habitarlas. Me identifico más con las mentes que viven en la brecha que divide desidia y luz, recuerdos y sueños, empatía y caos, y no pueden escapar de la realidad que les rodea. Escribo porque cuando miro a través de esa brecha veo belleza. Escribo porque quiero ser espejo de ella, quiero reflejarla para que tú, tú y tú podáis verla. Quiero ver azul en todas las cosas, esperanza en cada una de las ciudades que existan. Pero ante todo escribo para que la gente entienda y para que el mundo sienta.
No creo que pueda responderte a por qué escribo. No con palabras.

Leyre León
Grupo A


Escribir
Por gusto y afición, por dejar historias escritas en el papel, por demostrar sentimientos, gustos, deseos. Yo sufrí mucho acoso escolar de adolescente y me sirvió como vía de escape, muchas veces, me iba al Bar Bécquer a escribir. ¡Que tiempos! pero bueno a cada edad, le llega su tiempo, por ejemplo, a hora tengo mi propio blog de poesía. Centro del mirar. Que llevo desde el 2008, y ahí está, esperando a que escriba de nuevo.

Iria CostaGrupo B

3 comentarios:

  1. “Y en medio del poema y sus tendones, cuando se ablande el hielo, germinarán la noche y los aullidos y un galgo de ochocientos miligramos perseguirá las letras una a una para explicar el tiempo y el amor y el crucigrama de la muerte.”

    Inmenso, Raúl Vacas, querido maestro y amigo… solo me queda arrinconarme en el pecho y embriagarme de las palabras que laten y fluyen del enorme corazón de poeta que nos dejas admirar. Siempre estaré agradecido.

    Marcé Venttini (aprendiz de poeta)

    ResponderEliminar
  2. Todos tenemos algo que contar y aquí estamos para aprender cómo.

    ResponderEliminar
  3. Si escribir es sorprender, vaya cómo sorprende esta larga tira de textos tan diversos escritos sobre un mismo tema,todos llenos de la emoción que desata el placer de escribir. Sin olvidar la motivación del maestro.

    ResponderEliminar