La cárcel

El lunes pasado nos asomamos al interior de las cárceles para descubrir las historias que se esconden tras los barrotes.
Hablamos de Nelson Mandela, de Miguel Hernández y de Marcos Ana, seudónimo de Fernando Macarro, preso que más tiempo pasó en las cárceles franquistas.
Si hablamos de las cárceles fue para profundizar en la idea de libertad, una palabra que la mayoría disfrutamos a diario.

Sofía Jack nos enseña en su ilustración que la imagen de un preso, con atuendo típico, puede albergar en su sombra a una cebra.


Sofía Jack


Comentamos en poema de Miguel Hernández "Las cárceles":

I

Las cárceles se arrastran por la humedad del mundo,
van por la tenebrosa vía de los juzgados:
buscan a un hombre, buscan a un pueblo, lo persiguen,
lo absorben, se lo tragan.

No se ve, que se escucha la pena de metal,
el sollozo del hierro que atropellan y escupen:
el llanto de la espada puesta sobre los jueces
de cemento fangoso.

Allí, bajo la cárcel, la fábrica del llanto,
el telar de la lágrima que no ha de ser estéril,
el casco de los odios y de las esperanzas,
fabrican, tejen, hunden.

Cuando están las perdices más roncas y acopladas,
y el azul amoroso de las fuerzas expansivas,
un hombre hace memoria de la luz, de la tierra,
húmedamente negro.

Se da contra las piedras la libertad, el día,
el paso galopante de un hombre, la cabeza,
la boca con espuma, con decisión de espuma,
la libertad, un hombre.

Un hombre que cosecha y arroja todo el viento
desde su corazón donde crece un plumaje:
un hombre que es el mismo dentro de cada frío,
de cada calabozo.

Un hombre que ha soñado con las aguas del mar,
y destroza sus alas como un rayo amarrado,
y estremece las rejas, y se clava los dientes
en los dientes del trueno.


II

Aquí no se pelea por un buey desmayado,
sino por un caballo que ve pudrir sus crines,
y siente sus galopes debajo de los cascos
pudrirse airadamente.

Limpiad el salivazo que lleva en la mejilla,
y desencadenad el corazón del mundo,
y detened las fauces de las voraces cárceles
donde el sol retrocede.

La libertad se pudre desplumada en la lengua
de quienes son sus siervos más que sus poseedores.
Romped esas cadenas, y las otras que escucho
detrás de esos esclavos.

Esos que sólo buscan abandonar su cárcel,
su rincón, su cadena, no la de los demás.
Y en cuanto lo consiguen, descienden pluma a pluma,
enmohecen, se arrastran.

Son los encadenados por siempre desde siempre.
Ser libre es una cosa que sólo un hombre sabe:
sólo el hombre que advierto dentro de esa mazmorra
como si yo estuviera.

Cierra las puertas, echa la aldaba, carcelero.
Ata duro a ese hombre: no le atarás el alma.
Son muchas llaves, muchos cerrojos, injusticias:
no le atarás el alma.

Cadenas, sí: cadenas de sangre necesita.
Hierros venenosos, cálidos, sanguíneos eslabones,
nudos que no rechacen a los nudos siguientes
humanamente atados.

Un hombre aguarda dentro de un pozo sin remedio,
tenso, conmocionado, con la oreja aplicada.
Porque un pueblo ha gritado, ¡libertad!, vuela el cielo.
Y las cárceles vuelan.

Y leímos el texto que Francisco Sueiro publicó en la revista Barbacana con el título de "La cárcel":

La lluvia cae, como en todas las historias en que la tarde es gris. Llueve.
La lluvia cae, como los barrotes de la ventana. En la ventana hay barrotes, como en todas las cárceles. Unos barrotes negros que caen de arriba a abajo, o suben de abajo a arriba, depende por dónde se miren.
Si estás fuera de la cárcel ves unos barrotes negros, decorativos, característicos –puesto que no hay cárceles sin barrotes–.
Si estás dentro de la cárcel, te jodes.
Te jodes, porque estás preso, y como todos los presos, no puedes salir.
Te reúnes por las tardes –porque también hay tardes en las cárceles– y juegas al mus, al tute, y al dominó.
Decía que si estás dentro de la cárcel ves mejor los barrotes porque están más cerca.
Son unos barrotes negros, cilíndricos, que cruzan la ventana.
En verano, cuando el sol abrasa –como todos los veranos–, en el patio de la cárcel se juega al fútbol. También se toma el sol, y, si se tercia, un bocadillo. En la cárcel también hay bocadillos: los hay de queso, de salchichón y de un jamón atocinado, del que se cae la grasa derretida por el pan, por culpa del sol
–que es ardiente– y del jamón –que es grasiento–.
La vida del preso es una vida muy puta.
Bueno, quiero decir muy mala, porque no sé cómo es la vida de puta, porque nunca he sido puta.
Preso sí.
Si eres preso lo pasas muy mal. Es mentira eso que dicen, que a los presos les tienen como a reyes, con televisión y todo.
Si eres preso sólo ves la televisión un rato después de comer y otro rato antes de acostarte. Ser preso es algo así como ser niño pequeño: nunca te dejan hacer lo que tú quieres.
Si tiene mujer, puedes verla todos los días,
Pero si además de tener mujer eres preso, sólo puedes verla los domingos.
El domingo es el día más bonito en una cárcel.
Hay días soleados, cachondos, días de alegría y de placer.
Pero ninguno es como el domingo.
El domingo, si eres preso, te levantas como todos los días: con mucho cuidado y sentándote antes sobre la cama.
A las once y media, después de desayunar, –si has desayunado, si no antes– viene un cura viejo, muy majo, que es de un pueblo de Burgos y que hace unas misas muy bonitas.

A las doce es la misa en el patio de la cárcel. Entonces, los presos dejan de jugar al fútbol, por respeto, y porque no queda sitio en el patio.
Algunos oyen misa.
Otros no, porque no pueden –están sordos– y entonces sólo la ven.
Yo conozco a un preso que dice que es comunista y que no va a misa porque no le sale de los cojones.
Decía que dios es un invento, y que todos los que oyen misa son unos gilipollas.
Si eres preso y no eres comunista ni sordo, los domingos oyes misa en el patio de la cárcel.
Mi amigo el comunista, los domingos, nos invita a un puro. Los puros se los regala un tal Fidel Castro, que es una especia de santo que tiene colgado en la pared de su celda. Dice que vive –mi amigo no, el santo– en una isla que está rodeada de mar con agua caliente.
Yo no me lo creo. En la cárcel no hay mar. El agua caliente sale en un chorrito pequeño por las mañanas, cuando te levantas; aunque creo que también sale aunque te quedes en la cama.
Los domingos también tenemos reunión con el sicópata, que es un señor que ha estudiado mucho y que se reúne con nosotros y nos pregunta qué tal estamos y si tenemos algún problema.
Cuando le decimos que estaríamos mejor fuera, se ríe y pone cara de cabroncete. El sicópata es el que me ha dicho que tengo muy buen talante para escribir y que cuando salga me puedo dedicar a ser historiero.
No sé si algún día saldré de aquí.
En la cárcel todos los presos han hecho alguna burrada, pero somos muy buena gente.
A mí me encerraron paro matar de una pedrada a un camionero que no me dejaba pasar con el burro por el camino, porque tenía aparcado el camión.
Yo ya he dicho que podían hacer los camiones más delgados, y así cabríamos todos, pero no me han hecho caso.
Dice mi mujer que si me porto bien me soltarán antes.
Yo no sé si quiero salir de aquí…
Dicen que en el pueblo han hecho una mina muy grande, y que han escarbado todos los campos y que me han tirado la casa, y que ahora mi mujer vive con su hermana.
Ayer me dijeron que al burro lo ha pillado un tráiler y que lo ha matado –el tráiler al burro–.
No, yo no sé si quiero salir de aquí.


Propuesta de escritura

1. Escribe un telegrama, o una carta, desde la prisión. Puedes dirigirla a alguien que le preste oídos y voz.
2. Escribe un texto libre -valga la redundancia- sobre la libertad


Y estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:



Libertad aprisionada

Rostro amanecido
vive entre barrotes,
acaricia el pensamiento
con nuevas sensaciones.
La noche ciñe su manto,
habita en la celda aprisionada.
Palabras congeladas
que oprimen sentimientos
fermentan en su piel.
Justicia y libertad
invaden un espacio,
roto de emociones.
La angustia florece
con pétalos rasgados
que gritan a la vida.
Amarga realidad
vivida en el presente.

Sofía Montero
Grupo B


Navidades

Señor juez:

Yo no celebraré la Navidad este año. No la celebraré al modo tradicional, quiero decir. Pero no le remuerda la conciencia, señoría, se está relativamente bien aquí dentro. Aunque hay de todo, suele reinar la camaradería entre los reclusos, y en cuanto a la relación con los guardianes, tampoco hay queja; ahora incluso nos dicen internos y nosotros a ellos funcionarios.
Repito, por mí no le remuerda la conciencia. Otra cosa es cómo pueda sentirse su señoría por saber fuera y en libertad, al verdadero asesino, su hijo.
Con todos mis respetos. ¡Feliz Navidad!

Inocencio Pardal

Pascual Martín
Grupo B


La cárcel es mi casa

Han pasado cuarenta años desde que entré por primera vez en una cárcel y me parece que fue ayer. Todo empezó con unirme a malas compañías que me convencieron como ganar dinero fácil. Atracos a oficinas bancarias con apenas medidas de seguridad, hizo que viviera un tiempo sin trabajar, pero el dinero se acaba y hay que volver a delinquir, hasta que un día te pillan y acabas en prisión.

Aquí empezó mi calvario de todos estos años, conocí distintas cárceles, gente de todo tipo, revueltas en prisión, y cada vez que terminaba una condena, salía y al poco tiempo, volvía a entrar, las amistades desaparecen, la familia te va olvidando y eres como alguien que tiene la lepra, molestas en todos los sitios, estás desubicado en la sociedad.

Los años pasan muy deprisa y eres mayor para todo, la ilusión es algo que desaparece y no ves nada que te haga más feliz que volver a la cárcel, donde ya tienes un sitio, casi hasta te respetan los más jóvenes.

Es triste y doloroso pensarlo, pero donde me encuentro más a gusto es dentro de la cárcel.

Luis Iglesias
Grupo B


Mi hogar

Aquellos días los recuerdo como los peores de mi corta vida.

Estaba dentro de una unidad penitenciaria. No colaboraba con nada ni con nadie, esperaba juicio pero sin esperanzas, tengo que reconocer que la primera vez que me dieron alas estaba esperando volver a las andadas, y así fue, (mi familia confiaba en mí más que yo) así que otra vez me encontré allí dentro pasándolo mal. Pero después de un tiempo dentro te encuentras mejor cada vez, hasta adquieres una vida social completa al crear contactos con los que preparar el próximo delito compartido, que siempre da más ánimos y así, se fueron acumulando condena tras condena, a fuerza de reincidencias, eso se convirtió en mi nuevo capitulo, ya jugaba entre dos ligas. Pero mientras los años pasaban yo, de alguna manera fui cambiando y las condenas cumpliéndose.

22 años estuve así que me sirvieron para limpiar mi cuerpo del maldito veneno que me internó, y no sé como, de repente me convertí en un buen chico, deseoso de que pasara rápido el tiempo para por fin disfrutar de todo lo que existe fuera de este mundo que yo conocía .

Y llego ese día: estaba tan contento que lloraba ante la más mínima expresión de afecto por parte de mi familia, la que siempre fue un gran apoyo para mí. Aún así, Tardé poco en darme cuenta de que no sabía a que dedicar ese tiempo y esos paseos que antes no tenía. Mi mente me alertaba ante cualquier persona susceptible de ser atracada pero luchando conmigo mismo dejaba pasar esas oportunidades, para no defraudar a nadie.

Tardé poco en darme cuenta de que no sabía a que dedicar ese tiempo y esos paseos que antes no tenía. Mi mente me alertaba ante cualquier persona susceptible de ser atracada pero luchando conmigo mismo dejaba pasar esas oportunidades, para no defraudar a nadie.

Hasta que ocurrió algo en mi anodina vida: Me encontré con uno de esos amigos que dejas por el camino, uno de esos que comía pipas conmigo en el banco del parque del barrio, él, había pasado episodios muy similares a los míos, celebramos el encuentro con cervezas, pero eso fue al principio, después no sé muy bien que pasó, solo se que amanecí de nuevo a disposición judicial, y de ahí, otra vez dentro, esta vez fue muy diferente, estaba bien, era como mi casa, estaba cómodo a base de años de ocupar ese papel y conocía al dedillo oportunidades y vida carcelaria pero aquella jugarreta también acabó, y la condicional se me otorgó en poco tiempo.

Otra vez fuera, otra vez siendo menos y no sabiendo ni siquiera como usar el mando de la TDT o un móvil, un simple móvil que mis hermanos se empeñaron en regalarme.

Cogí el coche de mis padres aunque no tengo carné para hacerlo y pasé a toda velocidad por un control policial, no tenia nada que perder así que no me detuve y me di a la fuga provocando una persecución que acabó como no, en detención, y de nuevo regresé, a mi hogar, al que yo creía mi hogar.

Ingresé en un programa de reinserción social que me gustaba y pude conocer a gente nueva, diferente, aunque con vidas paralelas a la mía, en poco tiempo un juez me concedió el tercer grado.

Esta vez, a través de ese móvil descubrí un mundo nuevo, conocí gente por Chat, y además podía ser quien quisiera y tener el pasado que yo creyera oportuno con cada nuevo colega de Chat y aprovechándome de esta nueva herramienta inventé una nueva vida nada parecida a la realidad, jugué a ser otro, me sentía importante, aunque como estas cosas nunca acaban bien, llegue a tener sentimientos nuevos por alguien a quien sin pretenderlo hice mucho daño, volví a sentirme pequeño, creo que nunca había hecho tanto daño a nadie en mi vida como le causé a ella. Aquello acabó como era de esperar, no quería volver a chatear con nadie jamás en mi vida, sin eso, ¿Qué otra cosa podía hacer?

Estaba tan perdido y desesperanzado que me pareció que lo más coherente en mi situación era armar otra fechoría para regresar, esta vez en cambio, algo en mí había cambiado y decidí que seria cosa mía y que yo ya no podría volver a hacer daño a nadie.

Ideé un plan, un entupido plan, yo solo, fui, a coger la piedra más grande que encontré en los jardines del parque y fui caminando con ella en las manos hasta el centro. Calle peatonal y en la penumbra de la noche directamente me dirigía al escaparate de la joyería más prestigiosa de la ciudad y con todas mis fuerzas lancé el improvisado proyectil contra él. El escaparate pareció no haber sufrido impacto alguno, ni se movió, pero un montón de luces centelleantes parpadeaban frenéticas en el interior y supe que solo tenía que esperar a la patrulla para llevarme de nuevo a mi hogar.

Intento de robo con fuerza, no estaba mal, o eso creía yo, lo hice, me senté en el suelo hasta que en apenas 3 minutos mas tarde aparecieron; las cosas no salieron como las esperaba, lo primero que vi fue a Alfredo bajarse del coche oficial sonriendo. El policía que tantas veces me había esposado en mis traslados al juzgado o directamente desde el lugar de autos me conocía bien y se había convertido en algo parecido a un colega de corredurías por la vida.

Ese día Alfredo sonreía y me miraba con ojos pícaros, era raro y la imagen podía resultar hasta cómica, yo allí, solo, esperando, sin apenas una bolsa o mochila para guardar mi supuesto botín, simplemente esperando a que me detuvieran. Alfredo me dijo: que estas haciendo chico, valora lo que tienes, vete a casa, vete con tu familia y tu nueva vida, con esta tontería de la piedra y con tu actitud haré un informe favorable y esta vez no te servirá de nada.

Su compañero escuchaba divertido, no lo conocía, debía ser un novato.

Alfredo seguía soltándome su verbal reprimenda, charla que no olvidaré: disfruta de lo que tienes y pasa pagina, no hagas más tonterías, tu casa y tu vida están aquí afuera ahora, el sitio donde siempre debiste estar. Tienes salud y aún algo de la juventud que los barrotes te quitaron, vete a casa hijo, conoces a mas de 400 hombres que matarían por escuchar esa frase, “vete a casa”

Tras la perorata y comprender en verdad la estupidez fallida que acababa de protagonizar, y a falta de más ideas absurdas y descabelladas, regresé a casa, abracé a mi madre y me puse a llorar.

Ahora lucho como todos por ser feliz, tengo amigos nuevos, una casa donde me espera mi chica, un ramillete de hermanos encantadores que me adoran, y sobre todo... Tengo un móvil.

Gracias Alfredo

Esther Yubero
Grupo A


La libertad

“La libertad, amigo Sancho es uno de los mas altos dones que a los hombres dieron los cielos”.

Es obvio que Cervantes disfrutó, aún entre rejas, pues padeció años de prisión en los Baños de Argel, Sevilla…Terribles estancias de los barrotes.

Su alma libre, capaz de parir parte del Quijote entre esas rejas, hace que sus héroes respiren la libertad de los caminos y de la naturaleza y alimenten así su verdadero ser como El Quijote o la pastora Marcela, defensora de su propia libertad y abogada defensora del resto de las mujeres…

Es proverbial la liberación de los galeotes al verlos presos en santo error

Es obvio que como sus personajes citados, no solo necesitaba liberarse de cadenas pues la sociedad de su tiempo propició su fracaso y ahogo vital

Quizá los hombres de nuestro siglo, esclavos de los móviles y de esas cadenas

poderosas e invisibles de eso que se llama lo “ políticamente correcto”, no detectemos otras formas de ahogo el alma entre redes invisibles n troquelando los espíritus a un móvil pegados, uniformemente explotados por la publicidad. quizá da miedo reivindicar ese valor esencial de la libertad porque da miedo la soledad que conlleva el exilo interior

Nos tememos que las ventajas evidentes que suponen las redes sociales obvian los valores esenciales por automatismos tecnológicos que han matado

la capacidad crítica. Ojalá los jóvenes nos hagan recuperar con anhelo cervantino la verdadera libertad, empresa difícil, a fe…

Mientras tanto la lectura de lecturas esenciales, podría ayudarlos.

Emilia González
Grupo B


En la cárcel

Poeta Octavio Paz:

Estimado poeta Octavio Paz le escribo esta carta desde las celdas de esta cárcel , le voy a expresar en estas líneas como ha sido mi vida aquí desde que llegue en total sinceridad mi vida es un infierno tener que convivir con gente que no estoy augusto , le voy a contar como llegue aquí le cuento por culpa del que creí que era mi amigo estoy metido en la cárcel el me tendió una trampa todavía recuerdo el día que le dije que me gustaba una chica al que consideraba que era mi amigo también le gustaba la misma chica , cuanto me arrepiento de haberle hecho ese favor al que consideraba que era mi amigo fue en el aeropuerto de Barajas cuando veníamos de viaje antes de embarcar en el aeropuerto me dijo que si le podía guardar cocaína en la maleta yo le dije que no , minutos de llegar a la sala de embargue me pito la maleta llena de cocaína , intente demostrar que la cocaína no era mía a raíz de eso me condenaron por unos veinte años llevo de condena unos diez años espero que con estas líneas usted pueda entender mi situación y me pueda ayudar , le saludo atentamente.

David Álvarez
Grupo B


Pequeño amigo

Pequeño amigo: dolorosamente alegre me despido. Mañana, cuando vuelvas a posarte en mis barrotes, mi alma habrá volado al infinito. Antes de mi adiós definitivo, permíteme agradecer el preciado regalo de tu visita diaria.

Gracias por cada vuelo que te trajo hasta mi celda, juguetón y juvenil primero, severo y más pesado ahora. Tu compañía fue recreo en las interminables horas de soledad entre estos muros.

Alentaste mi existencia con tus trinos, y en tu voz cantarina hallé consuelo al abrumador castigo del silencio

Por ti supe que hay un sol que luce más allá de la angustiosa penumbra que me envuelve.

Mañana seré libre, pero dime: ¿qué se siente al cruzar el cielo entre las nubes?. ¿Cómo es el piar de tus polluelos?. ¿y el calor del cariño de tu amada? ¿Y dónde duele el dolor de las ausencias?. Demasiadas preguntas para hacerte, aunque… hace tanto que me veo en este estado, que he olvidado si vivo muerto o solamente sueño.

Dolorosamente alegre me despido, mi pequeño compañero de la vida. Mañana a tu llegada estaré libre. El carcelero me ha dicho que esta noche, otra bestia a la cual llaman verdugo, hará justicia cumpliendo la sentencia, que tranquilizará el dormir de muchas gentes. Acallarán como puedan sus conciencias, hasta olvidar que han matado a un inocente.

Pequeño amigo: a nadie tengo para dar mi nada. Me van a regalar la muerte, sin que estos letrados ignorantes sepan que no hacen más que liberar mi alma. Cruzará también el cielo entre las nubes y en alguna encontrará acomodo. Si la encuentras, tal vez sea gorrión como tú eres. Tómalo y llévalo contigo a descubrir qué se siente siendo libre.

Evaristo Hernández
Grupo B


Libertad

Miedos que son prisiones.
Cárceles de cristal,
con angustias que te arrastran,
con mentiras sin piedad.
Esa marcha inconsciente,
esa conciencia vital .
Ese confort que te atrapa
y no te deja avanzar.
Ese entrar en el todo
y no poderlo alcanzar.

Libertad...
Acógeme en tu seno,
hazme en tu pecho vibrar,
que vibrando en pecho ajeno
me sienta con libertad.
Límpiame las heridas,
hazme reír y llorar,
para poder algún día
amar y dejarme amar.

Luisa Mayorga
Grupo A


Carta desde la prisión

Señor Director:
Me dirijo a usted, con plena confianza de que estudiara está petición.
Hoy es lunes y añoro mis talleres de escritura, que cuando era libre podía acudir y suponían un gran estímulo para mi.
Creo que poder realizar esa actividad aquí en la cárcel,ayudaría a un grupo de presos, que se está interesado en poder acudir a ese taller.
Le saluda atentamente.Eugenio,he perdido temporalmente mi libertad, pero no, mi deseo de seguir con mis BUENAS costumbres.
Agradezco la atención que está dedicando a esta carta y confío sea posible y afectivo darle el seguimiento oportuno y favorable para mí y un BUEN grupo de presos.

Desde mi celda, un sincero saludo.Eugenio.

Pepa Agustín González
Grupo B


Sr. Ministro (Telegrama desde la cárcel)

Estar preso por haber dicho lo que pienso no ha rebajado para nada mi listón personal. Estoy comprobando en mis carnes la sentencia de D. Quijote “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos…” Sin libertad no hay educación, sin educación no conseguiremos ciudadanos libres. Privado de libertad física, sigo creciendo como persona, aumentando mi compromiso para defender la libertad de pensamiento. De rejas para dentro, la oscuridad, la sinrazón, todo lo invaden, pero detrás de los barrotes, el pequeño resquicio de cielo azul que se cuela, riega mis ansias de libertad. Llenando cárceles y vaciando aulas, solo conseguirá atormentar, torturar, reprimir, llenar de sufrimiento a muchas personas, pero no conseguirá formatear mi personalidad.

Antonio Castaño Moreno
Grupo A


Carta desde la cárcel a un amigo imaginario

"Mi querido amigo:

Me ha sido muy grato recibir tu carta interesándote por mi situación. Y agradezco mucho tener a través de ti noticias del exterior. Me alegra mucho saber que estás bien.

En cuanto a mí, he de decirte que atrás han quedado los primeros tiempos en esta prisión. Atrás los primeros miedos, las primeras incertidumbres, los primeros llantos y los insomnios primeros.

Todo ello ahora se me antoja lejano con el transcurrir del tiempo. Pues a pesar de que el tiempo transcurrido desde que estoy aquí, no es mucho, sí ha sido en mi dolor, casi eterno.

No es tan relevante para mí todo lo acontecido, como la amargura del encierro. Y nada como la profunda angustia, me ha hecho llegar tan lejos. Entre los muros de esta cárcel, nada me es propio y, sin embargo, nada me es ajeno. Comienzo a intuir quien soy y sólo al dolor se lo debo. Aquí mi amor es más grande porque, entre los muros, siento más intensamente.

En mi imaginación, un inalcanzable cuadrado azul puede ser un inmenso cielo.

El ínfimo conjunto de estrellas que se asoman a través de la ventana de mi celda, se me antojan el gran universo. Las miro y, gracias a ellas, viajo al más apartado de los astros. Ya no me compadezco.

Dejo transcurrir el día con sus ruidos, sus tareas, rutinas y devaneos. Es la noche a la que aspiro, porque en ella libertad encuentro. Hago abstracción del ruido: me sumerjo en el silencio. En ella, la imaginación extiende sus alas y me hace libre como el viento.

Es en la noche cuando el horizonte se amplía hasta el infinito traspasando todos los muros, todos los hombres, todas las cadenas... y el alma vuela libre. ¿Quién o qué puede encerrar un alma?

Dirás que he perdido el juicio si te confieso que a veces, entre las cuatro paredes de mi celda, me ha parecido vislumbrar la más absoluta libertad.

Luego viene el sueño tras los sueños - siempre es útil soñar- que me ayuda a hacer más llevadera la, a veces, inevitable tristeza.

Como ves, en esta tiránica soledad, he encontrado bondades.

Un simple rayo de sol incidiendo en la pared al amanecer, el canto casual de un pájaro, una bandada de estos cruzando el cielo del patio o una mariposa blanca que se cruza en mi camino al mediodía; puede ser un gran acontecimiento para mí. Incluso a veces, las interpreto como maravillosas señales, porque siendo la vida tan triste y compleja, estos pequeños matices son todo un acto de amor.

En los momentos de debilidad en que el dolor por las ausencias trata de cegarme, me aferro a esos breves pero grandes momentos. Ellos me ayudan a no dejarme vencer por la desesperanza.

En este lugar sombrío están presentes todos los vicios. También todas las virtudes. Todo cuanto a nivel humano, acontece fuera, acontece aquí dentro.. Así, al lado de la tiranía, la hipocresía, la traición o el odio; he podido contemplar la compasión, la sinceridad, la lealtad y el amor. Al lado de la maldad, la bondad.

He aprendido a limitar mis deseos y mis aspiraciones, de tal suerte que cualquier acontecimiento alegre puede parecerme un enorme regalo. No sólo he experimentado entre estos muros las más altas cotas de sufrimiento, también he sentido un agradecimiento profundo por los detalles pequeños, por los alegres momentos...

Aún mantengo cierto orgullo. Mi amor propio que no me ha abandonado hasta ahora, no me ha permitido sumergirme en el lodo, no me ha dejado hundirme por completo.

De alguna manera, algo he ganado con esto. Puedo en ocasiones consolarme, aferrándome a la idea de que tal vez nada sea perdido: si ninguna llave puede encerrar un alma; tras los tiempos de dolor y oscuridad, quizá sólo pueda brillar la alegría.

Desde aquí salgan a través de esta carta mis mejores deseos para tí.

Un abrazo muy fuerte."

Mercedes González
Grupo A


La cárcel

¡Qué difícil es ponerse ante un folio en blanco para escribir de un tema en el que nunca se ha pensado y del que no hay vivencias ni experiencias personales! Para hacerlo hay que recurrir a conocer y oír a quienes sí conocen ese mundo, esa vida, allí han dejado parte de ella, o la han dejado, pero en ningún caso ha sido una vida estéril, nos han dejado el legado de su paso por allí, por la cárcel.
Pienso en los miles, millones anónimos, unos, pobres maleantes que una cadena de circunstancias y otros, crueles asesinos, les ha llevado allí, pero no son esos, en los que pienso ahora sino en aquellos que sus ideas de uno u otro índole les ha privado de libertad, de vivir, a los que quiero recordar, esos que a pesar de los horrores sufridos, han sido capaces de encontrar allí inspiración y nos han dejado su pensamiento, su obra.
Me pongo a hacer un repaso y encuentro a personajes de todo tipo: S. Pablo, Tomás Moro, Fray Luis de León, S. Juan de la Cruz, Cervantes, de ella ha escrito “Donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido tiene su habitación”, Quevedo, Dostoieski, Solzhenitsyn, Miguel Hernández, Marcos Ana…
Todos ellos con sus ideas jugaron un papel muy activo, en su momento, en el aspecto político, o en el religioso, y esas ideas, sus ideales, su verdad, su concepto de justicia, de compromiso les llevó a la cárcel y en algunos casos a la muerte y fueron fieles a ellas.
Para todos ellos, por su ejemplo y su obra, ¡gracias!

Inés Izquierdo Pérez
Grupo A


La cárcel

Aunque veo el azul del cielo solo a través de los barrotes sucios y fuertes de la celda que ocupo, no me siento preso. Vuelo. Tu recuerdo me pone alas para sentirme libre.

Ramón Sánchez Rodríguez
Grupo B


La cárcel 

Nadie nunca podrá negar que aunque amordacen la voz de un ser vivo exento de libertad, su lucha no cesa. Si hasta un vegetal se retuerce en su tallo para enmendar el sometimiento.

Mi vida vale lo que valen mis ideales, yo soy mis ideales, vivo en ellos y aquí, en la privación absoluta, son todo mi yo. Querrían borrarlos pero los barrotes no los pueden socavar, los retienen frescos en la bruma y, en ocasiones te permiten arrojar palomas de papel que puede que lleguen tan lejos cómo nunca imaginaras. Pero tu no lo sabrás, te conocerán y el tiempo hará justicia a los puños cerrados y dislocados por la fuerza, pero eso tu no lo sabrás por que ocurrirá cuando ya hayas muerto.

Las rayas y la sal son las cicatrices que quedan en la piel de la celda por cada día de ida a ninguna parte con la losa del tiempo transcurrido sobre los hombros sin abrazo alguno. Las paralelas dan una perspectiva del mundo de color cada día más alejada, son el telescopio que te acerca aquello que se distancia y te cambia la percepción que hace empequeñecer los recuerdos que guardas en una cajita dorada donde albergas además los sueños que morirán contigo y se enterrará junto a ti.

¡Quien va a restituir las pupilas derretidas, desfondadas de paisaje, rellenar las cuencas y esculpir el horizonte opaco de un zombie!. Nadie nunca lo ha logrado.

Antonia Oliva
Grupo B


Carta de una mujer fiel

Madrid 25/11/2017

A su Majestad el Rey:

Hallándome presa en la cárcel, me dirijo a Su Majestad para ponerle al corriente de mi situación. Mi nombre es Justa Concausa, natural de Salamanca y tengo cuarenta y cinco años. Llevo dos entre rejas tras ser declarada culpable de matar a mi esposo. Me condenaron a veinte años de prisión y es por ello que hoy me encuentro privada de libertad. El hombre con el que me casé era influyente y poderoso, siempre encantador en el escaparate social, pero un maltratador en potencia tras el matrimonio. Huelga decir que era un cobarde con un acusado sentido de inferioridad masculina que le superaba. Era como un ladrón que roba a viejecitas indefensas porque el resto de la humanidad le viene grande. Con esto quiero decirle que precisaba apalearme, vejarme, herirme sicológica y físicamente para aliviar su decrépito ego que cada día le exigía más. Esto sucedió durante diez largos y traumáticos años sirviéndose de la amenaza de estas palabras: “Lo que pasa en el dormitorio se queda en el dormitorio”. Viendo que se me escapaba la vida decidí que tenía que luchar. De morir o vivir hice mi causa.

Aquella tarde llegó temprano. Fue entrar en el dormitorio y ver el vestido sobre la cama denunciando mi salida, lo que provocó su ira. Se dirigió al armario y cogiendo el palo de golf que utilizaba para golpearme, vino hacia mí. Entonces mi mano se deslizó bajo la cama hasta asir el atizador de la chimenea que previamente había escondido. No llegué a utilizarlo porque el maltratador tropezó con la alfombra y cayendo contra la esquina de la cómoda se desnucó. Esto fue lo que alegué en mi defensa al declarar, la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Claro está Majestad, siempre ateniéndome fiel a sus palabras: ”Lo que pasa en el dormitorio se queda en el dormitorio”.

Apelo a la benevolencia de su Majestad, porque sé que es usted un hombre piadoso.

Le saluda atentamente. Justa Concausa.

Pepita Sánchez
Grupo B


Copacabana

Abuelo, por qué arañas los barrotes?
Abuelo, por qué extiendes los brazos? Tus manos nunca fueron alas

Abuelo, porque no puedo sentirte
abuelo, sólo quedará tu butaca, vacía,
y en el estante
trozos de tantas familias, y rupturas, y tazas,
y cuadros de vírgenes, y películas del oeste mal dobladas, y la colcha de lana del salón,
y no los toques, que se rompen
y no me toques,
que me quiebro
me quiebro en navidad con la nieve besando los barrotes
abuelo, si salieras.
abuelo, sal.

Fuera espera Copacabana.

Leyre León
Grupo B


La cárcel

¿Qué es del hombre que añora los campos y las flores, las montañas y los ríos, el día y su crepúsculo, la vida y el tiempo? Ahora soy un preso, encadenado a cuatro paredes frías roídas por el tiempo de quienes habitaron este espacio. Si tan solo pudiera conformarme por un paisaje inventado en el opuesto de mi ventana ¡pero no!, mi ventana la viste el muro de otra celda vecina. ¡Me están robando la capacidad de imaginar!

Aquí no hay atmosfera sino un vaho de soledades. Humanidades decrépitas que han sido usurpadas del tiempo. Cuerpos que envejecen al ritmo de la oscuridad; aquí no hay sol que indique el paso de los días, todo es un presente que no acaba, un presente que no fluye, un triste vagabundear por las horas que no existen.

Cárcel es lo mismo que soledades, habitares sin habitantes, vacíos cuerpos sin almas. Somos la expresión máxima de la rutina; ¡se nos ha robado la capacidad de reinventarnos!

El hombre sin su libertad no es más que una masa pensante, ¿hasta cuándo? Hasta que se agote el lenguaje y la mente se vacíe y le demos la bienvenida al automatismo sinérgico de los movimientos pletóricos de la esperanza. Allí donde hemos fijado la luz, el día donde todo acabará por fin y tendremos de nuevo la bienvenida al mundo, renaceremos, retornaremos a la vida y abandonada vida. Solo le temo que el habito de las costumbres no me cale fuerte y me conforme con ser un abandonado preso y que ese día quizás sea este mi mundo y aquel la nueva cárcel y de nuevo, hasta el fin de los días, continúe siendo un condenado en una cárcel distinto: el mundo.

David Vélez
Grupo A

No hay comentarios:

Publicar un comentario